Pablo Rubio Apiolaza

Doctor en Historia Contemporánea (Universidad Autónoma de Madrid), especialista en historia política latinoamericana y colaborador de la Fundación Alternativas
En un proceso histórico que se acelera en el siglo XXI, el impacto de China en el sistema global ha crecido de manera constante. Su creciente influencia y proyección hegemónica han transformado la geopolítica y la posición de los actores internacionales, así como sus intereses, desafiando el orden liberal internacional surgido tras la Segunda Guerra Mundial, liderado por Estados Unidos. Desde la fundación de la República Popular China en 1949 y la implementación del “Gran Salto Adelante” una década más tarde, bajo el liderazgo de Mao Tse-Tung, hasta las reformas económicas impulsadas por Deng Xiaoping en 1978, el gigante asiático ha seguido un largo camino de modernización y posicionamiento en la escena global, en línea con su gradualidad milenaria.
En el caso de América Latina —considerada durante el siglo XX el socio histórico más relevante de Estados Unidos, tanto antes como después de la Guerra Fría— el influjo chino ha alcanzado una creciente relevancia en las últimas décadas, modificando en la región latinoamericana una estructura hegemónica y unas relaciones históricas que hasta hace poco tiempo no admitían mayores cuestionamientos.
Como ejemplo ilustrativo, la dinámica económica ha evolucionado desde una relación de colaboración hacia una situación de dependencia mutua entre China y América Latina. Según cifras entregadas por la CEPAL, el comercio entre ambas regiones superó en 2024 los 500.000 millones de dólares, lo que representa un aumento de 35 veces respecto al año 2000. En la actualidad, China es el principal socio comercial de toda América del Sur, en especial de países como Brasil, Perú y Chile, y avanza decididamente hacia México. En el caso de Brasil —la mayor potencia económica y demográfica de la región— la relación ha crecido exponencialmente, consolidándose como el principal socio comercial de China en América Latina. Solo en 2023, el intercambio bilateral alcanzó los 181.000 millones de dólares, con exportaciones brasileñas por 122.000 millones, lo que ha generado en esa economía un superávit comercial de 63.000 millones. Aproximadamente un 25% de las importaciones alimentarias de China provienen de Brasil, lo que refuerza una situación de relativa dependencia.
En este contexto de vínculos de largo plazo, que combina oportunidades de negocios con la proyección de influencia geopolítica entre ambas regiones, el 13 de mayo de 2025 se celebró en Beijing la Cuarta Reunión Ministerial del Foro China-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). En la instancia participaron el presidente chino Xi Jinping, el presidente de Colombia y presidente pro tempore de la CELAC, Gustavo Petro, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, el presidente de Chile, Gabriel Boric, así como los jefes de delegación de 33 países de la región.
Es interesante revisar algunos pasajes de la Declaración final emitida por la reunión, que afirma: “Durante los últimos diez años, las dos partes han logrado resultados fructíferos en la cooperación birregional, sustentados en los principios de igualdad soberana, respeto, pluralidad, apertura y beneficio mutuo, gracias a los esfuerzos conjuntos y la cooperación Sur-Sur. En este contexto de múltiples relaciones con diferentes regiones del mundo, reiteramos nuestra voluntad, con apertura e inclusión, de continuar trabajando en la consolidación del Foro CELAC-China como una plataforma para la ampliación de la cooperación birregional entre América Latina y el Caribe y la República Popular China”. De esta forma, China se consolida no solo como un socio eminentemente comercial, económico, sino que como impulsor de un nuevo modelo de relaciones internacionales “Sur-Sur”, alternativo al desarrollado en la historia reciente.
En esa misma línea, el documento destaca: “Resaltamos el papel solidario de los países del Sur Global y reafirmamos nuestra intención de coordinar esfuerzos para avanzar hacia la modernización y el desarrollo sostenible, vinculando las fortalezas y capacidades de nuestros Estados”.
¿Cuál fue el compromiso adquirido por China en este Foro? Uno de los principales objetivos del gigante asiático, consistió en fortalecer la Iniciativa de la Franja y la Ruta -propuesta de largo plazo de construcción de una red de comercio e infraestructura- , que ya cuenta con más de una década de desarrollo. En este Foro, se concretó a través del “Plan de Acción Conjunto China-CELAC para la Cooperación en Áreas Clave (2025-2027)”, que contempla una serie de iniciativas e inversiones en ámbitos como economía, comercio e inversión, finanzas, infraestructura, agricultura y alimentación, entre otros. Entre las medidas anunciadas por China se encuentran líneas de crédito por cerca de 10.000 millones de dólares y la exención de visados para ciudadanos de países latinoamericanos.
En síntesis, la realización del Foro CELAC-China representa una arremetida decisiva y un punto de inflexión en la estrategia china para estrechar sus lazos con América Latina, en consonancia con las profundas transformaciones que atraviesa el sistema internacional en términos de hegemonía, intereses y estrategias, proceso que se extiende ya por al menos dos décadas. Para América Latina, en tanto, y en el marco de una administración estadounidense de Donald Trump marcada por el proteccionismo y la guerra comercial, esta instancia representa un paso significativo en la redefinición de su principal socio estratégico, marcando un giro inédito en sus alianzas y relaciones con el mundo.