El próximo martes 18 de noviembre a las 19.30 horas, la Sociedad de Conciertos La Filarmónica presenta en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música de Madrid obras de Beethoven y Dvořák.
Se sabe que, en la Viena italianizada del siglo XVIII, Beethoven tenía predilección por los macarrones con queso y que fue, además, un gran aficionado al café. Su obsesión por esta bebida lo llevó a desarrollar una rutina diaria muy precisa para su elaboración: contaba exactamente 60 granos de café para preparar cada taza, convencido de que esa era la medida perfecta para conseguir el sabor y aroma ideales. La minuciosa precisión con la que Beethoven preparaba su café diario refleja su personalidad perfeccionista.
El café llegó a Europa en el siglo XVII de la mano de comerciantes venecianos que lo introdujeron desde Arabia. En un primer momento fue una bebida de lujo para la aristocracia, pero con la apertura de las primeras cafeterías en Viena, el consumo de esta infusión energética se popularizó y se convirtió en una fuente de placer que fomentaba la vida social.
Por su parte, Antonín Dvořák nació en 1841 en Nelahozeves, un pequeño pueblo de Bohemia. Su padre, carnicero de profesión, tocaba la cítara y fue quien lo inició en la música. En 1864, ya establecido en Praga como músico profesional, Dvořák comenzó a dar clases de piano a las hermanas Čermák, pertenecientes a una familia aristocrática. El compositor se enamoró apasionadamente de la hermana mayor, Josefina, actriz, aunque su amor no fue correspondido. Seis años después, contrajo matrimonio con su hermana, Anna.
Al final de su estancia en Estados Unidos, Dvořák compuso su Concierto para violonchelo. Coincidiendo con la conclusión de su contrato en el Conservatorio de Nueva York, la familia Dvořák recibió una carta de Josefina, en la que les comunicaba que se encontraba gravemente enferma. Poco después regresaron a Praga, donde Josefina falleció un mes más tarde. Profundamente afectado y en homenaje a su musa, aquel amor imposible de juventud, Dvořák decidió modificar la coda del concierto incorporando la melodía de su lied Déjame sola, la pieza favorita de Josefina.
La Orquesta Mozarteum Salzburgo, bajo la batuta del director Trevor Pinnock, y junto a la violonchelista Julia Hagen (en la foto), interpretarán la Obertura de La Flauta Mágica, de Mozart; el Concierto para violonchelo y orquesta, de Dvořák, y la 5ª Sinfonía de Beethoven. Las entradas se pueden adquirir en este enlace.
