«La ONU ante los retos del mundo contemporáneo». Tribuna del embajador de Rusia

 

Yuri Klimenko

Embajador de Rusia en España

 

Hace poco concluyeron los debates políticos del 80.o período de sesiones de la Asamblea General de la ONU, que conmemoraron el octogésimo aniversario del establecimiento de la Organización Mundial. Como se sabe, su formación fue uno de los resultados clave de la guerra más destructiva de la historia de la humanidad. Como consecuencia de la política genocida del Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial, sufrieron decenas de millones de personas, entre ellas perdieron sus vidas 27 millones de ciudadanos de la Unión Soviética.

 

Los crímenes perpetrados por la Alemania nazi y sus Estados satélites no tienen plazo de prescripción y no pueden ser justificados los intentos de reescribir la historia de aquellos años. Fue precisamente la derrota del nazismo, lograda a costa de una hazaña sin precedentes y de la vida de millones de representantes de todos los pueblos de la Unión Soviética, así como de otros países de la coalición anti-Hitler, lo que permitió sentar las bases de una nueva arquitectura de las relaciones internacionales, destinada a impedir que se repitieran en el futuro similares catástrofes globales, y en el símbolo de la cual se convirtió precisamente la Organización de las Naciones Unidas.

 

Los principios de la Carta de la ONU, elaborados y acordados por los países fundadores de la Organización, siguen siendo hoy en día una guía para la cooperación internacional. Reflejan los mejores logros de una larga experiencia de coexistencia pacífica entre Estados y conservan toda su relevancia en la era de la multipolaridad.

 

Hoy, al igual que en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, la comunidad internacional se enfrenta de nuevo a retos muy graves que requieren unir esfuerzos y descartar las aspiraciones al dominio global. Sin embargo, los continuos intentos de imponer ciertas «reglas» según las cuales, en opinión de los países del «Occidente colectivo», debe funcionar el orden mundial, y construir los muros de división entre los que siguen estas «reglas» y los que oponen a ellos, conducen a la inminente degradación de las bases jurídicas del orden mundial consagradas en la Carta de la ONU, así como socavan autoridad internacional de la ONU y contribuyen al debilitamiento de su influencia.

 

Lógicamente, todo esto provoca una polémica sobre la necesidad de reformar la estructura de la Organización. La postura de Rusia al respecto es bien conocida y ha sido reiterada de nuevo por el Ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, durante su discurso en los debates políticos del 80.o período de sesiones de la Asamblea General de la ONU en Nueva York. Para nuestro país es evidente que un orden mundial justo implica ampliar la representación del Sur y del Este Global en el Consejo de Seguridad de la ONU. Apoyamos las candidaturas de Brasil y la India para convertirse en miembros permanentes del Consejo, así como abogamos que se corrige la injusticia histórica en relación con el continente africano tomando en consideración los intereses de los pueblos africanos y sus propias visiones al respecto. Al mismo tiempo, consideramos contraproducente la asignación de puestos adicionales a los países del «Occidente colectivo», que ya están sobrerrepresentados en el Consejo de Seguridad.

 

Estamos firmemente comprometidos con la inviolabilidad de las prerrogativas otorgadas a los miembros permanentes del Consejo. No cabe ninguna duda, que el derecho de veto es fundamental para la elaboración de decisiones equilibradas y adecuadas y es la única herramienta capaz de garantizar que el Consejo tome medidas que tengan en cuenta los intereses de todas las partes.

 

En julio de 2024, a propuesta de Rusia, se celebró un debate abierto en el Consejo de Seguridad de la ONU sobre la construcción de un orden mundial más justo y sostenible. Es importante continuar esta discusión en el marco de la ONU. Como señaló Serguéi Lavrov en su intervención, Rusia está abierta a un debate sobre la iniciativa recientemente presentada por el Secretario General de la ONU, António Guterres, para una reforma integral de la Organización. En este sentido, el punto de referencia debe ser el retorno de la ONU a los principios fundamentales consagrados en su Carta. Es importante que el trabajo se lleve a cabo de forma transparente, con la máxima participación y respeto de los intereses de todos los Estados miembros.

 

Al discutir la reforma de la Organización Mundial no se puede ignorar el hecho de que la situación en el ámbito de la seguridad internacional se está deteriorando. Optamos por una alternativa constructiva: promovemos la idea de establecer en Eurasia una arquitectura de seguridad igualitaria e indivisible, que incluyera todos los países y asociaciones del continente sin excepción, entre ellos la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), la Unión Económica Euroasiática (UEEA), la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), etc. Parece lógico desde el punto de vista del actual desarrollo del orden mundial. Cada vez más observamos como la Mayoría Global reclama enérgicamente sus derechos. En este contexto, hay que destacar un papel significativo que desempeñan tales agrupaciones como la OCS y los BRICS en servir de mecanismos de coordinación de los intereses de los países del Sur y Este Global. Al mismo tiempo, se está consolidando la influencia de la Unión Africana, la CELAC y otras asociaciones regionales. Todas estas nuevas realidades deben ser reflejadas adecuadamente en la estructura de las Naciones Unidas.

 

El 1 de octubre del año en curso, Rusia asumió la presidencia del Consejo de Seguridad de la ONU. La delegación rusa tiene previstas numerosas iniciativas y actividades para el próximo mes, entre las cuales destacan programadas para el 24 de octubre, día de la entrada en vigor de la Carta de las Naciones Unidas, debates abiertos a nivel ministerial dedicados al 80.º aniversario de la Organización. En el marco del evento la Parte Rusa espera mantener un debate constructivo sobre cuestiones relacionadas con el desarrollo de la ONU. La Federación de Rusia, en su calidad de miembro permanente del Consejo, hace y seguirá haciendo todo lo posible para garantizar el funcionamiento coordinado y eficaz de este órgano, así como para contribuir a la modernización y desarrollo de toda la estructura de la ONU por el bien de todos los participantes.

 

Partimos invariablemente de la base de que las Naciones Unidas siguen siendo el instrumento más importante para mantener la paz y la seguridad en el mundo, garantizar un desarrollo socioeconómico progresivo y proteger los derechos y libertades fundamentales de la gente. La Carta de la ONU es la piedra angular del derecho internacional, y las disposiciones consagradas en ella deben servir del fundamento para garantizar la construcción de un orden mundial verdaderamente multipolar justo y democrático.

 

Llamamos a todos los Estados miembros de las Naciones Unidas para que se guíen por los intereses comunes de la humanidad, den prioridad al bienestar de las generaciones contemporáneas y futuras y sigan estrictamente todos los principios de la Carta de la Organización sin doble rasero. Apoyamos activamente las medidas dirigidas a restablecer y fortalecer el papel central de coordinación de la ONU en los asuntos mundiales.

Los 80 años de historia de la ONU y el éxito en el cumplimiento de su función principal de prevenir el estallido de un nuevo conflicto global dan testimonio de su indudable y considerable potencial, cuyo alcance total, al parecer, aún está lejos de haberse revelado. Así lo mencionó, en particular, el Presidente de Rusia, Vladímir Putin, durante su reciente intervención en la sesión plenaria de la XXII edición del Foro Internacional de Discusiones «Valdái». Reflexionando en general sobre el papel y las perspectivas de desarrollo de la Organización Mundial, el mandatario ruso expresó, en mi opinión, una idea clave: «Hoy en día se escucha con frecuencia que el sistema de la ONU está paralizado y en crisis. Es algo que ya casi todos repiten. Algunos incluso afirman que [la Organización] ha dejado de tener razón de ser y que, como mínimo, debería ser radicalmente reformada. Sí, sin duda, la ONU tiene muchísimos problemas. Muchos. Pero también hay que reconocer que, por ahora, no existe nada mejor que la ONU».

 

La situación en nuestro mundo turbulento requiere no solo preservar todos los logros más destacados de las Naciones Unidas sino también consolidar su gran potencial unificador y pacificador, lo que podría contribuir de manera decisiva al enfrentamiento exitoso a retos y desafíos tanto actuales como futuros.

 

 

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