Roberto Veiga González

Abogado y politólogo / Colaborador de la Fundación Alternativas
La crisis cubana ha entrado en una fase de estancamiento crónico. A diferencia de otras coyunturas en que se insinuaban ajustes o reformas parciales, hoy lo que predomina es una inercia prolongada que bloquea tanto la reflexión serena como la capacidad de acción estratégica. Esa parálisis no solo condena al país a la frustración interna, sino que amenaza con hipotecar de manera definitiva sus posibilidades de recuperación y, en última instancia, con proyectar inestabilidad hacia el hemisferio.
El reciente documento del Centro de Estudios sobre el Estado de Derecho “Cuba Próxima”, del pasado 8 de septiembre, titulado Primeros pasos para una salida nacional, aporta un diagnóstico preciso y, lo que es más importante, propone un conjunto de medidas concretas que podrían abrir un camino de reconstrucción, incluso dentro de los márgenes legales vigentes en la Isla.
El Gobierno cubano insiste en la captación de inversiones extranjeras como estrategia principal para paliar la crisis. Sin embargo, como señala “Cuba Próxima”, tales esfuerzos corren el riesgo de quedarse en gestos estériles mientras no se acompañen de una política económica integral, transparente y verificable, que incluya transformaciones legales e institucionales capaces de generar confianza.
El punto neurálgico no está en la mera inyección de capital, sino en la restauración de la seguridad jurídica y de la credibilidad política. Esa es la condición indispensable para que cualquier proceso de modernización económica tenga viabilidad.
A ello se suma una dinámica demográfica alarmante: la emigración masiva de jóvenes altamente capacitados y la consecuente descapitalización humana del país. Paradójicamente, esa misma diáspora, junto con sectores ciudadanos dentro de Cuba que buscan sostenerse con esfuerzo propio, constituye la reserva más valiosa para cualquier proyecto de reconstrucción nacional.
El documento subraya un principio de enorme calado político: la ciudadanía no puede seguir siendo tratada como espectadora de los procesos nacionales, sino que debe ser reconocida como el actor decisivo para superar la crisis.
Esa premisa implica que el Estado acepte la necesidad de un nuevo pacto social que articule desarrollo económico, bienestar colectivo, convivencia democrática y estabilidad institucional. Sin esa base, ninguna estrategia resultará sostenible.
“Cuba Próxima” plantea que no es necesario esperar a una reforma integral para empezar a caminar. Existen márgenes dentro del marco legal actual que permitirían inaugurar un ciclo de cambios graduales pero significativos. Entre ellos destacan:
1- Constituir la Sala de Garantías Constitucionales, prevista en la Ley 140/2021, como instancia de tutela efectiva de los Derechos Humanos y la seguridad jurídica.
2- Impulsar la autonomía municipal, conforme al artículo 168 de la Constitución, dotando de competencias reales a los gobiernos locales para responder a las necesidades de sus comunidades.
3- Reconocer legalmente a las organizaciones de trabajadores y empresarios, institucionalizando la negociación social periódica entre estos y el Estado.
4- Reformar la Ley Electoral de cara a las elecciones de 2028, ampliando las oportunidades de acceso ciudadano a los órganos de representación y gobierno.
Estas medidas, aunque iniciales, podrían generar las primeras señales verificables de apertura y compromiso con una transformación pacífica.
La advertencia es clara: si este proceso no se inicia pronto, Cuba se encamina hacia un escenario de empobrecimiento estructural, desgobierno y criminalidad organizada. En ese punto, dejaría de ser únicamente un país agotado para convertirse en un foco de inestabilidad regional, con repercusiones inevitables para la comunidad internacional en general.
El valor del documento radica en que trasciende el diagnóstico para ofrecer una hoja de ruta inmediata y viable. “La cuestión crucial ya no es si el cambio es posible, sino que el cambio es la única opción para Cuba”, afirma la Junta Directiva de “Cuba Próxima”.
Para la mirada europea, este planteamiento merece atención especial: la Isla sigue siendo un punto geopolítico sensible en el hemisferio occidental y, en su crisis, confluyen los dilemas de gobernabilidad, migración y seguridad regional que afectan a todo el sistema internacional.
La propuesta de “Cuba Próxima” no promete soluciones mágicas, pero sí abre una vía realista: comenzar con pasos inmediatos, aprovechar las reservas de talento y de civismo aún presentes en la sociedad cubana, y articular un proceso de reformas que devuelva la esperanza y restituya la confianza perdida.