
Alberto Barciela
Es colaborador del programa Gente Viajera de Ondacero, del Grupo Prensa Ibérica (“Faro de Vigo”, “La Opinión” de Coruña, “El periódico de Catlunya”, etc.), “El Correo Gallego”, “El Progreso”, Grupo La Capital ( “El Ideal Gallego”, “Diario de Arousa”, “Diario de Ferrol”, “Diario de Bergantiños, etc.), “Atlántico Diario”, y diarios digitales como “Aquí Europa”, “Galicia 24 horas”, “Galicia Única”, “Diario Luso-Galaico”, “El Trapecio”, “Mundiario” o “O Barrbanza”. Algunos de sus trabajos han sido publicados en “ABC”, Grupo Joly o “La Región”.
Forma parte de la Mesa del Turismo, en la que están representadas las más relevantes asociaciones del sector turístico de España y de la Unión Española de Profesionales de Turismo. Ha colaborado con SEGITTUR y otras instituciones del ámbito turístico. Ha sido director en los últimos años de de “Estrelas no Camiño”, proyecto gastronómico benéfico en el que imás de 40 estrellas Michelin, entre ellas Juan Mari y Elena Arzak, Martín Berasategui, Eneko Atxa, Jordi Cruz y los Hermanos Torres
El ser humano ha migrado desde sus inicios. La emigración escogida es libertad, todo lo contrario de la impuesta por las catástrofes, hambrunas, guerras o forzada por las políticas dictatoriales.
ACNUR, agencia de la ONU para los refugiados, estima que, a finales de 2024, en el mundo había 123,2 millones de personas desplazadas por la fuerza a causa de persecuciones, conflictos, violaciones a los derechos humanos, acontecimientos que alteraron gravemente el orden público y otras formas de violencia. En cada una de ellas naufraga la humanidad. Los inmigrantes forzosos han dejado atrás sus hogares, sus familias y amigos, sus culturas, sus paisajes. Si no se deciden a la aventura en un momento determinado, siquiera les quedará la posibilidad de irse. El único método para ayudar a los suyos, a los que se quedan, es alcanzar el que conocen como “sueño europeo”.
Los privilegiados que llegan con vida, tras pagar una fortuna por sus pasajes en cayuco, son reinstalados, acogidos con una cierta dignidad; los más logarán sobrevivir apenas con un puñado de arroz y algo de agua y leche, radicados en campamentos de refugiados, en los que se oculta buena parte de la hipocresía internacional. De los muertos en el intento siquiera se sabe el número.
Los muelles de las despedidas, desde los que tantos españoles hubieron de partir hacia lugares lejanos, son hoy centros de acogida de personas con un pequeño hatillo, siquiera con una maleta de cartón.
El espíritu se conmueve ante escenas que nunca deberían producirse: ante la evidencia del resultado de la acción incontrolada de mafias que comercian con seres humanos; de organizaciones criminales que nutren sus arcas con el tráfico de personas, jóvenes, mujeres, niños; y, en la parte contraria, de fuerzas de seguridad y voluntarios sin recursos suficientes para combatir el mal o atender a sus consecuencias. Y mientras, los administradores, debaten ante las cámaras entre burocracias interminables, leyes incomprensibles y excusas inaceptables.
Todos sabemos que el problema ha de solucionarse en origen. Es imprescindible crear un tejido económico en África, consolidar regímenes democráticos, centros de formación, sistemas de migración legales y establecer cauces para que muchos de esos seres humanos puedan establecerse en el Viejo Continente -paradójicamente con muchas regiones vaciadas y necesitado de mano de obra-, con garantías, no con subvenciones eternas. Hay que fomentar los valores, ser solidarios, pero a cambio de seguridad y de una supervivencia basada en el esfuerzo, sin guetos.
En este ámbito, Europa no ha obtenido demasiados éxitos. Hay algo evidente: Canarias es España y es Europa, no es un refugio. La UE tiene que entender que los países del Sur están padeciendo presiones de flujo demográfico inasumibles sin la solidaridad y el entendimiento continentales.
Tuve ocasión de decir todo esto días pasados en la hermosa Laguna, en su Teatro Leal, en donde me concedieron el honor de recibir el Premio Skal Internacional Tenerife, de manos de Jorge Rodríguez Galván, excelsa persona y Presidente Nacional de la institución, en un acto organizado por una mujer de capacidad humana y organizativa increíble, Pilar Simón, y ante las autoridades y empresarios turísticos de Canarias y de España.
Es hora de actuar, es hora de más Europa. Y la hermosa Canarias está a tiempo de afrontar lo que se le viene encima si entre todos contribuimos a entender lo que ocurre en La Restinga (El Hierro) y aportamos nuestro grano de arena a esa playa de solidaridad que nos debe unir por encima de todas las diferencias. A ellos dediqué el galardón..
Una frontera es siempre una línea irregular que cruza bosques, ríos, sombras, seres humanos y convivencias. Es un convencionalismo interesado e impuesto a una realidad geográfica indivisible y a una historia común. El que controla el mapa es quien ostenta el poder. Esto es potestad de los que mandan, no de cartógrafos.