Relectura de la personalidad de Trump

 

Mohamed Guma Bilazi

Periodista, traductor y escritor.

 

 

 

 

 

En los últimos tres meses se han escrito infinidad de artículos y comentarios sobre la personalidad del presidente norteamericano, Donald Trump. Seguí con plena atención aquellas líneas que se caracterizaban de ser serias, concisas e interesantes sobre el caso Trump, describiéndolo como un niño mimado.

La influencia sarcástica de los artículos leídos todavía permanece en mi mente y fue lo que me ha impulsado a indagar el fenómeno de «el niño Donald». Por ello he decidido hacer una lectura sobre la llamada «regresión gerontológica» de Trump.

La regresión gerontológica es un término del psicoanálisis; se refiere a un patrón de conductas en el que las personas mayores vuelven a exhibir comportamientos y necesidades características de la niñez o la infancia. Aumenta significativamente en los adultos mayores, después de los 70 años o más.

Esta regresión en ocasiones es debida a la necesidad, inconsciente, de revivir el éxito, el placer y la seguridad que dicho comportamiento generaba en esa etapa anterior.

La lectura de su historia de crianza confirma su regresión psicológica, con la aparición de numerosos trastornos de conducta que refuerzan dicha regresión, y que evidencia la personalidad del personaje en forma de destellos infantiles como la posesividad flagrante, con algunos gestos corporales, como hacer pucheros y cerrar los ojos cuando se admira. Muchas de sus expresiones faciales ingenuas y su peinado así lo sugieren.

Estos síntomas de regresión son evidentes en el comportamiento de Trump. Parece un mendigo que exige lo que no es suyo con una codicia infantil. Quiere un trillón de dólares de Arabia Saudí, elogia la generosidad de los árabes hacia las damas y se regocija por el valor exagerado de los regalos recibidos por su hija durante su visita a Arabia Saudita.

El niño mimado exige la anexión de un gran país, Canadá, a «Mamá América», la anexión de la isla danesa de Groenlandia, el desplazamiento forzoso de los habitantes de Gaza para beneficiarse de su tierra en proyectos de inversión, amenaza con imponer su control sobre el Canal de Panamá y quiere que Ucrania le dé todas las minas de tierras raras que posee, y lo que ha empeorado aún más las cosas ha sido su anuncio de permanecer en el cargo de presidente para un tercer mandato.

Todas estas reclamaciones indican que Trump aún no ha salido de la etapa de niño mimado que pide a su madre todo lo que le viene a la mente, se deja llevar por el instinto de posesividad y su voz interior le dice: «yo primero».

La desviada personalidad de Donald Trump es fruto de la clase aterciopelada de la sociedad estadounidense. Su familia era rica, vivían en grandes mansiones y sólo conducían enormes y lujosos coches. Sus compañeros de juego le apodaban «el Trompeta».

El mundo se encuentra en un estado de ansiedad y aprensión por un hombre excéntrico que sufre un estado de regresión senil, que gobierna el país más potente del mundo con la mentalidad de un párvulo mimado, haciendo todo lo posible para hacer suyo el mundo entero, cual juguete.

 

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