El balanceo eco-social y climático de España 2024

Carmelo Marcén Albero
Investigador eco-social y colaborador de la Fundación Alternativas

 

Ya no tenemos que justificar que al hablar de medioambiente preferimos referirnos a lo eco-social. Dicho de otra forma: mirar desde varios ángulos la interacción permanente entre individuos, juntos o por separado, y la eco-dependencia demostrada. La vida al exterior del yo mismo demuestra que uno solo es casi menos que nadie. En este atribulado 2024 nos hemos convencido de la sabiduría del genial dibujante Quino sobre el hecho de que el mundo se ha convertido en un lugar inhóspito para pensar. Han sucedido tantas cosas que no nos da tiempo de asimilar si el hoy fue ayer o viceversa, si el futuro se empieza a escribir muchos años antes de 2024. Lo social se nos amontona. Los medios de comunicación y las redes sociales nos conectan tanto con el exterior que más de uno se refugia en sí mismo, y se olvida que tiene un prójimo al lado, y muchos muy lejos. Además, lo ambiental a secas ya dice poco, acaso algo a quienes miran el mundo sin renovar sus dimensiones. Queda bastante “viejuno”, por no calificarlo de anticuado.

Desde nuestro punto de vista, balance se convierte en balanceo. Las dimensiones eco-sociales vistas desde cualquier rincón del mundo mantienen un presunto equilibrio inestable. O dicho más claramente: si algo las define es su inestabilidad. Están sometidas a muchas variables antrópicas, económicas y por parte de las estructuras sociales, tal que cada vez son más difíciles de fijar. Por eso, nadie se convierte por un tiempo en una sola criatura. Ni un país entero deja de ser un día para ser diferente.

Llevado a la gran construcción social, se puede mirar a la vez sus problemas y deseos vividos. Pongamos que nos limitamos a un año, en realidad es una ejercicio simplista, porque lo que han sido es consecuencia de lo que fueron o esperanza de lo que quieren ser. Pongamos que hablamos de España, esa España nuestra que cantaba Cecilia (1948-1976) preguntándose dónde estaban sus ojos, sus manos o su cabeza. Entonemos con ella aquello de “Mi querida España, esta España mía, esta España nuestra/ Pueblo de palabra y de piel amarga, dulce tu promesa/ Quiero ser tu tierra, quiero ser tu hierba cuando yo me muera”. Esa España, nuestra, que hemos de construir entre todos. Porque resolver las problemáticas ambientales requiere miradas serias, ponerse a cambiarlas con manos diligentes y pensarlas mucho y bien, obrar despacio y sin descanso, y buscando muchos “nadies anónimos” que  ayuden en la tarea. Hablar del pasado año 2024 –pleno de retos- no supone lamentarse sino remontar olvidos o desgracias, afianzar logros y, por qué no, incrementar esperanzas. A eso vamos, detallando deseos, procesos y progresos solamente en lo más significativo:

Hasta aquí un somero horizonte de los ODS en España, con luces, sombras y deseos escondidos. El balanceo eco-social no va del todo al nada, siempre hay posiciones intermedias que demandan alianzas colectivas más o menos contundentes, y urgentes. Hay que decir en honor a la verdad, que estamos situados en el lugar 14 de los 166 países “odsianos”, con unas cifras del índice ODS (SDG, por sus siglas de inglés) de 80,7; una puntuación de derrame/desbordamiento del 69,40% —el índice de derrame evalúa dichos efectos en tres dimensiones: impactos ambientales y sociales incorporados en el comercio, la economía y las finanzas, y la seguridad—. España ocupa en este asunto el lugar 134 de 166. Una puntuación más alta significa que un país causa más efectos indirectos positivos y menos negativos. Siempre que escribo estas cifras me viene a la mente cómo estará el resto del mundo. Quienes quieran más datos detallados mundiales y de España, los encontrarán, respectivamente, en estos enlaces: https://dashboards.sdgindex.org/chapters y https://dashboards.sdgindex.org/profiles/spain . Se pueden descargar los datos en ambos casos. También merece la pena alguna visita a las bases de datos del INE (Instituto Nacional de Estadística), especialmente en su pestaña Agricultura y Medio Ambiente, donde vienen las Cuentas Ambientales.

Otra interpretación interesante sobre el balance anual es el que detalla Alberto Muelas el 2 de diciembre de 2024 en “Sostenibilidad insostenible. Balance de 2024 y una mirada al futuro”, en Kreab Worldwide. Y muchas más que se publican en sitios de confianza investigadora. No nos sirve de consuelo absoluto que DANA haya sido nombrada como palabra del año; al menos por ahora, pero quién sabe si con el tiempo nos consideraremos todos “danados”. Se me olvidaba: Efe verde dio a conocer el “Anuario Greenwashing 2024: un análisis del ecopostureo en España”, fácilmente accesible en la web de la agencia.

P.D.: Un escueto resumen del 2024 para España: incremento global del calor con olas asfixiantes, demasiadas DANA más destructivas en intervalos cada vez más cortos y, sin embargo, acumulación peligrosa de nuevos negacionistas. A pesar de estos andamiajes eco-sociales, “hay que tener paciencia con el caos”, diría Juan José Millás; hay que derrochar perseverancia para alejarnos de su centro hacia la periferia, añadimos. Nos equivocamos cuando afirmamos que el Planeta se ha enfadado, simplemente responde a nuestros descuidos. Y en este asunto, Spain is no different.

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