El escritor muestra su título como Doctor Honoris Causa./ Foto: Adrienn Nász
Juan D. Latorre. Madrid
El escritor peruano Mario Pedro Vargas Llosa, premio Príncipe de Asturias de las Letras 1986 y el Nobel de Literatura 2010, fue investido el pasado martes Doctor Honoris Causa por la Universidad húngara de Eötvös Loránd.
El acto tuvo lugar en la residencia de la embajador húngara en Madrid, Enikö Györi, y permitió al galardonado loar a las sociedades que quieren tener «ciudadanos imaginativos».
La concesión de este doctorado contó con la presencia del secretario de Estado húngaro, Palkovics László, además de los embajadores de Eslovaquia, Vladimír Grácz; la embajadora de la República Checa, Kateřina Lukešová; y Piotr Dolata, jefe del Departamento Político-Económico de la Embajada de Polonia.
Vargas Llosa junto a las embajadoras de Hungría y República Checa, el embajador de Eslovaquia y esposa, y el jefe Político Económico de la Embajada de Polonia. (Foto:JDL)
La embajadora húngara, Enikő Győri, comenzó el acto recordando sus años en la escuela secundaria y cómo los libros y el lenguaje de Vargas Llosa influyeron en su aprendizaje del idioma español. Győri admitió su alegría por conocer al escritor peruano y le expresó “el agradecimiento y devoción de su país y de los lectores húngaros por sus obras y sus pensamientos”. Acto seguido, dos estudiantes de Eötvös Loránd -Gergely Tóth y Bettina Rudi- sorprendieron a los asistentes con un trabajo sobre la figura de Vargas Llosa y por la perfección de su pronunciación del castellano.
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«La literatura debe ser parte indispensable de una sociedad que quiere tener personas imaginativas»
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Vargas Llosa expresó su agradecimiento a la Universidad, a Hungría y a la embajadora por esta distinción, y dijo sentirse conmovido. “Mi vida ha estado muy vinculada a la universidad desde muy joven y a ello la debo experiencias muy provechosas para mi vocación. La literatura no es un mero entretenimiento. Desde luego que entretiene, fascina, emociona, entristece, alegra, divierte… pero, además, deja una huella profunda en los lectores que de alguna manera orienta su conducta, organiza su vida y atiza en ellos un espíritu crítico”, afirmó.
“Cualquiera que sean las circunstancias sociales y políticas de una sociedad, el mundo estará siempre mal hecho, siempre por debajo de los mundos que somos capaces de imaginar, de inventar, de imaginar sobre ellos, y hacerlos existir a través de la palabra”, subrayó.
El premio Nobel indicó que la literatura ha sido uno de los “ingredientes principales” para conseguir hitos grandiosos a lo largo de la historia. “Por eso, la literatura debe ser parte indispensable de la formación de una sociedad que quiere tener ciudadanos imaginativos, que no se dejan manipular por los poderes, y son capaces de enfrentarse a las mentiras, a los prejuicios y a las visiones dogmáticas, sectarias». Es por esta razón, concluyó, «por la que todos los regímenes autoritarios han tenido una gran desconfianza hacia la literatura y han creado sistemas que pretenden domesticarla y controlarla”.