Eva Cantón. Madrid
La sombra del pulso que mantienen Repsol y Pemex a cuenta del nombramiento de Josu Jon Imaz como consejero delegado de la petrolera española amenaza con proyectarse sobre la visita de Estado que el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, realizará a España los próximos 8 y 9 de junio. Sin embargo, el Ejecutivo de Mariano Rajoy pretende evitar a toda costa “enredarse” en un conflicto cuya resolución quiere dejar exclusivamente en manos de las dos empresas, según fuentes diplomáticas españolas.
El Gobierno entiende que no es su misión intervenir en decisiones que, a su juicio, atañen sólo a los Consejos de Administración y a los accionistas de ambas compañías. Además, alega que nadie ha solicitado su mediación, aunque admite estar dispuesto a ayudar en la búsqueda de una salida. Pemex no está satisfecha con la gestión de Repsol y, de hecho, parece estar preparando la venta del 9,3% de las acciones que tiene en la empresa liderada por Antonio Brufau.
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