Foto: T.F.
Amador Martínez Morcillo / Embajador de España
Tamara Fariñas. Madrid
Ser catedrático de Derecho Diplomático y embajador de España ha llevado a Amador Martínez Morcillo a unir su profesión con una de sus mayores aficiones en ‘Los diplomáticos y el cine’, un libro prologado por Eduardo Torres-Dulce que recoge, de forma casi única, el paso de la diplomacia por la gran pantalla.
Escribir sobre diplomacia es poco habitual, y más si se hace relacionándolo con el cine. ¿Cómo se lanza?
Creo que es la primera vez que se habla de este tema. Es raro pero en mi caso no, por dos razones: primero, por mi profesión. Me he especializado en Derecho Diplomático y dentro de mi orientación como jurista internacional, me he enfocado a esto. Quizás lo raro es que sea el primer libro que escribo que no es jurídico. Y escribir sobre cine… yo soy cinéfilo desde niño. Cuando tenía 8 años me empezó a gustar y ha sido una de mis pasiones.
Habla de la injusticia que sufre la figura del diplomático en el cine. ¿Por qué cree que ha sido injusto?
Es un tema complejo. Mi interés por escribir este libro surge cuando me di cuenta de que el cine trataba mal a los diplomáticos y busqué las razones de ello. Mi teoría es que más que atacar a los diplomáticos en sí, se empezó a atacar a la burguesía. El maltrato a los diplomáticos tiene su origen en el siglo XIX, hasta entonces habían tenido su mundo en las Cortes, cerca del Rey, en los pasillos de los Palacios Reales. Al cambiar del Estado absoluto al constitucional, empiezan a conectarse con la burguesía: entre bailes y teatros… A esto se suman los ataques a la diplomacia estadounidense. Las dos películas que simbolizan esto son El discreto encanto de la burguesía, de Luis Buñuel, y Desaparecido, de Constantin Costa-Gavras. La primera critica a los diplomáticos que forman parte de la burguesía y la otra es un ataque a la diplomacia norteamericana que surge de la pugna entre la izquierda y Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial.
Pero la diplomacia ha cambiado desde entonces…
Muchas veces estos ataques no son justos. La diplomacia empezó a salir de la influencia burguesa en el siglo XX con la aparición de la diplomacia multilateral, que exige unos conocimientos muy sólidos y que hace que el diplomático escape de esa visión frívola que se tenía hasta entonces, y gracias a la unión de diplomáticos y cónsules, con una preparación técnica mucho mayor y que aportaron una visión más realista de las Relaciones Internacionales. Pero en el cine aún no ha entrado en esa visión rectificación, aunque empieza a verse. En Argo, sobre el ataque a la embajada de Estados Unidos en Teherán, ya no se ve esa imagen: el diplomático ya se ve como una persona humana y no se tiene esa visión negativa.
El diplomático en el cine, ¿es un personaje lateral o suele ser protagonista?
En algunas sí es protagonista: en Su excelencia, el embajador de Cantinflas es el protagonista central. Hay películas centradas en los diplomáticos, no son muchas pero las hay.
¿Cree que la gente sabe cuál es el papel de un embajador?
Hay un gran desconocimiento. En parte tienen la culpa los medios, que no tratan siempre correctamente la figura de las embajadas. Mucha gente cree que lo único que hacen los embajadores es reunirse, dar cócteles y hablar con la gente, y el trabajo diario de los embajadores no lo saben. Existe aún esa visión de que en las Embajadas no se hace nada, pero se trabaja mucho.
En el libro también habla de la figura de Edgard Neville…
El libro, en realidad, tiene dos partes: una sobre cómo trata el cine al diplomático y otra sobre cómo los diplomáticos se han acercado al cine. Me he limitado a hablar de Edgard Neville porque es, posiblemente, una figura olvidada en España. Si se hace una antología de cine español, habría que colocar su trilogía La torre de los siete jorobados, El crimen de la calle Bordadores y Domingo de Carnaval. También, en la época de Franco hubo un gran desarrollo del teatro y la figura central del teatro español en esta época fue su obra El baile, que se ha representado más número de veces en España. Pero además, he hecho descubrimientos sobre él. Durante la Guerra Civil fue expulsado de la Carrera Diplomática y no fue admitido por el régimen de Franco: hay un momento en el que se queda fuera de todo y yo he descubierto lo que hay detrás de eso, y por qué cuando es readmitido en la Carrera no se reincorpora inmediatamente.
¿Conoce algún ejemplo de estudios de este tipo en otros países?
No. Yo creo que soy el primero, estoy convencido. Cuando empecé a preparar el libro, me preguntaban cuál era la relación entre el cine y la diplomacia. Y yo les decía: «Todo». El cine se puede relacionar absolutamente con todo.