Análisis | La guerra en Ucrania y la agenda de seguridad española en la OTAN y la UE

Departamento de Análisis del grupo Prensamedia

Un niño de la región del Dombás desplazado tras la guerra en 2014. / Foto: UNHCR/B. Kinashchuk

  1. Introducción: la guerra que cambió Europa

La invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022 marcó un antes y un después en la política internacional. Para Europa, supuso un golpe directo al corazón del orden de seguridad construido tras el final de la Guerra Fría. Durante décadas, la UE había apostado por un modelo de integración económica y dependencia energética con Rusia, convencida de que el comercio y la interdependencia serían garantes de estabilidad. Sin embargo, la decisión del Kremlin de atacar Kiev destrozó esa narrativa y devolvió la guerra a territorio europeo en una escala no vista desde 1945.

Tres años después, el conflicto sigue abierto y se ha transformado en una guerra de desgaste. Rusia mantiene bajo control parte del Donbás y la península de Crimea, mientras Ucrania lucha por resistir gracias a la ayuda occidental. Las sanciones económicas, los embargos energéticos y la presión diplomática no han sido suficientes para obligar a Moscú a un repliegue.

La consecuencia inmediata ha sido la transformación de la arquitectura de seguridad en Europa. La OTAN ha recuperado centralidad, la UE ha dado pasos inéditos en materia de defensa común y los Estados miembros se han visto obligados a repensar sus estrategias nacionales.

España, tradicionalmente más volcada en el flanco sur —Mediterráneo y Sahel—, se ha encontrado ante el reto de reforzar su presencia en el este sin descuidar su vecindad meridional. Además, debe asumir un papel protagonista como anfitrión de la cumbre de la OTAN en 2025, donde se definirá buena parte de la estrategia de la Alianza para la próxima década.

Este análisis examina cómo la guerra en Ucrania está redefiniendo la agenda de seguridad española en tres planos: su contribución a la OTAN, su papel en la UE y el equilibrio de prioridades entre el este y el sur.

  1. Ucrania: una guerra de desgaste con impacto global

La evolución del frente militar

La ofensiva inicial rusa buscaba una victoria rápida sobre Kiev. El fracaso de esa estrategia derivó en una guerra larga, centrada en el control del Donbás y en ataques constantes contra infraestructuras críticas ucranianas. La resistencia de Ucrania, apoyada por armas occidentales, ha evitado un colapso, pero la superioridad numérica rusa dificulta avances significativos.

En 2025, el conflicto ha entrado en una fase de estabilización violenta: los frentes apenas se mueven, pero los ataques aéreos y la artillería continúan castigando a la población civil. La guerra se ha convertido en una prueba de resistencia política, económica y social para ambas partes.

La ayuda internacional

Estados Unidos y la UE son los principales sostenes de Ucrania. Washington ha destinado más de 75.000 millones de dólares en ayuda militar y financiera, aunque enfrenta tensiones internas para mantener ese apoyo. La UE, por su parte, ha aprobado el Mecanismo Europeo de Apoyo a la Paz y discute fórmulas de financiación estable que garanticen la ayuda a largo plazo.

España se ha sumado a este esfuerzo con el envío de armamento —incluidos carros de combate Leopard y sistemas de defensa aérea—, la formación de militares ucranianos en Toledo y contribuciones financieras que superan los 3.500 millones de euros.

El coste humano y económico

El precio de la guerra es devastador: decenas de miles de muertos, millones de desplazados y una economía ucraniana devastada. La reconstrucción del país se estima en más de 400.000 millones de euros, una cifra que exigirá la participación activa de la UE y, dentro de ella, de España.

  1. La OTAN ante el desafío ruso

La invasión rusa ha revitalizado a la OTAN. Una organización que en 2019 fue calificada por Emmanuel Macron como “cerebralmente muerta” ha recuperado centralidad como garante de la defensa colectiva.

Ampliación y reforzamiento

La adhesión de Finlandia y Suecia ha ampliado las fronteras de la Alianza con Rusia y ha reforzado el flanco norte. La OTAN ha desplegado fuerzas adicionales en Polonia y los países bálticos, incrementando la presencia militar en el este de Europa.

El compromiso de gasto

El objetivo de dedicar al menos el 2 % del PIB a defensa ha cobrado fuerza. En 2024, más de la mitad de los aliados alcanzaron o superaron esa cifra. España, con un gasto en torno al 1,3 %, se mantiene rezagada, aunque el Gobierno ha prometido llegar al 2 % en 2029.

La cumbre de Madrid 2025

España será sede de la próxima cumbre de la OTAN, un acontecimiento crucial que servirá para proyectar su imagen como aliado fiable y para situar en la agenda atlántica cuestiones que afectan directamente a sus intereses, como la seguridad en el Sahel y la presión migratoria en el Mediterráneo.

  1. La Unión Europea y la defensa común

La guerra en Ucrania ha acelerado la construcción de una Europa de la defensa.

España participa activamente en estos procesos, apoyando la idea de fortalecer la industria europea de defensa y de vincular los proyectos comunitarios con los de la OTAN para evitar duplicidades. La presencia de empresas españolas en programas europeos, como el sistema de combate aéreo del futuro (FCAS), refuerza esa apuesta.

  1. España: entre el flanco este y el flanco sur

El compromiso con el este

España ha desplegado más de 800 militares en misiones de la OTAN en Letonia, Rumanía y el Mediterráneo oriental. Sus cazas Eurofighter participan en labores de policía aérea en el Báltico, y su Armada contribuye a la vigilancia en el mar Negro. Este compromiso demuestra que Madrid está dispuesta a apoyar la defensa del frente oriental.

La preocupación por el sur

Al mismo tiempo, España insiste en que la seguridad europea no puede centrarse exclusivamente en Rusia. El Sahel, con la expansión del yihadismo y el colapso de Estados como Mali o Níger, representa una amenaza inmediata para la estabilidad del Mediterráneo. La presión migratoria, la inestabilidad política en el norte de África y la presencia creciente de Rusia a través del grupo Wagner añaden urgencia a la agenda sur.

El dilema estratégico

El gran desafío de España es equilibrar ambas prioridades. En la práctica, esto significa convencer a sus aliados de que la defensa colectiva debe abarcar también el Mediterráneo y África, sin restar recursos a Ucrania.

  1. Retos para España
  1. Conclusiones

La guerra en Ucrania ha transformado la seguridad europea. España, aunque no es una potencia militar, tiene un papel relevante que jugar. Su contribución a la OTAN, su participación activa en la UE y su capacidad para articular una visión equilibrada entre el este y el sur le otorgan una voz necesaria en los debates estratégicos.

El reto para Madrid será cumplir con sus compromisos en el este, reforzar su industria y gasto en defensa y, al mismo tiempo, mantener vivo el debate sobre la importancia del Mediterráneo. Si logra ese equilibrio, España podrá consolidarse como un socio fiable y un actor diplomático con peso en la configuración de la seguridad europea del futuro.

📊 Recuadro: “España, Ucrania y la seguridad europea en cifras”

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