Este texto ha sido reeditado por la redacción de Prensamedia, grupo que integra así a The Diplomat in Spain como a Escudo Digital, medio que ha publicado el contenido original de este artículo.
En el contexto geopolítico occidental actual, marcado por un afán de debilitar a Rusia e Irán, la caída del régimen sirio a manos del grupo yihadista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) ha sido recibida con cierto alivio. Pero, al igual que ocurrió con Al-Qaeda y los talibanes en Afganistán, es crucial reflexionar sobre las implicaciones de permitir que un país tan estratégico y diverso como Siria caiga en manos de un grupo extremista. La figura de su líder, Abu Mohammed al-Jolani, sigue siendo controvertida, con una recompensa de 10 millones de dólares ofrecida por Estados Unidos y la Unión Europea por su captura. Las consecuencias de este nuevo capítulo para Siria ya están tomando forma.
Un país fragmentado bajo la amenaza yihadista
La diversidad religiosa y cultural de Siria, que incluye una mayoría sunita y minorías alauitas, cristianas, drusas y kurdas, está en grave peligro. Los cristianos, que aún suman cerca de 300,000 en el país, probablemente enfrenten nuevas restricciones, como documentos de identidad que reflejen su religión, lo que podría exponerlos a discriminación. Las mujeres, por su parte, podrían verse obligadas a adoptar nuevamente el velo y abandonar la educación. Esto, combinado con la amenaza de un flujo masivo de refugiados hacia Europa, plantea un panorama sombrío.
Además, Siria corre el riesgo de convertirse en un vasto campo de entrenamiento para yihadistas en el corto o mediano plazo, replicando patrones ya observados en otros conflictos similares.
HTS: ¿Moderación o estrategia política?
Hayat Tahrir al-Sham ha tratado de proyectar una imagen de moderación, prometiendo un gobierno más inclusivo y no radical. Este discurso recuerda al de los talibanes en Afganistán, quienes, tras regresar al poder en 2021, prometieron modernidad mientras mantenían herramientas como iPhones en sus negociaciones. Sin embargo, todo indica que estas promesas no son más que una estrategia inicial. Como se dice en España, “la cabra siempre tira al monte”.
El impacto regional y global
La desestabilización de Siria tendría un efecto dominó en la región, afectando a países como Líbano, Jordania y Turquía, que ya enfrentan desafíos internos y millones de refugiados sirios. Turquía, bajo el liderazgo de Erdoğan, difícilmente permitirá una nueva crisis en sus fronteras.
El ascenso de HTS también podría revitalizar el terrorismo global, atrayendo combatientes extranjeros y consolidando a Siria como un refugio para extremistas internacionales.
¿Quién es Hayat Tahrir al-Sham?
Formado en 2017 por la unión de varias facciones islamistas, siendo la más destacada el Frente al-Nusra, HTS inicialmente estaba vinculado a Al-Qaeda. En 2016, declararon haber roto esos lazos y adoptaron un nuevo nombre en un intento por parecer más moderados, aunque muchos expertos consideran que esto fue una táctica para evitar sanciones internacionales.
Bajo el liderazgo de Abu Mohammed al-Jolani, un exmiembro de Al-Qaeda, HTS ha consolidado su control sobre gran parte de la provincia de Idlib. Al-Jolani incluso ha buscado lavar su imagen en medios occidentales, llegando a afirmar que su grupo ha abandonado el yihadismo internacional. Sin embargo, esta narrativa no ha convencido ni a los sirios ni a la comunidad internacional, que sigue clasificando a HTS como una organización terrorista.
Un futuro incierto
Es poco probable que Occidente permita que HTS gobierne Siria. La comunidad internacional, junto con Rusia, mantiene su postura de condena hacia este grupo extremista. Si bien HTS intenta posicionarse como un actor legítimo, su historial de violencia y su ideología radical hacen que este escenario sea difícil de imaginar.
La caída de Bashar al-Assad podría parecer un triunfo, pero las posibles consecuencias—un incremento en la violencia sectaria, una crisis humanitaria intensificada y la consolidación de Siria como un epicentro yihadista—apuntan a un desenlace aún más catastrófico que el vivido en Libia tras la caída de Gadafi.