Óscar Ruíz
Analista Internacional
¿Debe marcharse Naciones Unidas del Líbano y permitir una guerra sin testigos en el sur del país, o quedarse y asumir bajas entre sus soldados?
El mes pasado contábamos en Escudo Digital las dificultades que atravesaría esta misión de los cascos azules según se extendiera y recrudeciera el conflicto, y que los objetivos principales de la ONU en Líbano eran ya muy difíciles de llevar a cabo. Llegados a este punto, la cuestión ya es si debe marcharse Naciones Unidas del Líbano y permitir una guerra sin testigos en el sur del país, o quedarse y asumir bajas entre sus soldados.
La misión de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (UNIFIL) ha alcanzado su punto más crítico, marcada por un aumento de la violencia y tensiones entre las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y Hezbolá. UNIFIL se encuentra en un momento que amenaza de verdad su capacidad para continuar (seguros) en el terreno. El incidente en Ramyeh, donde dos tanques israelíes violaron una base de la ONU, evidencia la cada vez mayor vulnerabilidad de los cascos azules desplegados en la región, incluidos más de 650 soldados españoles.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha solicitado públicamente la retirada de las fuerzas de la ONU del sur de Líbano, afirmando que Hezbolá está utilizando a los cascos azules como «escudos humanos«. Aunque Netanyahu lamentó los daños causados a los soldados de la ONU durante los últimos ataques, su mensaje fue claro: la retirada de UNIFIL es, en su opinión, la única manera de evitar más incidentes. Esta postura refleja una frustración creciente por parte de Israel ante lo que considera la incapacidad de la misión para frenar las actividades de la milicia chií en la frontera, a la que acusa de no hacer suficiente contra los ataques de Hezbolá.
El incidente en Ramyeh, donde las tropas israelíes permanecieron en una base de la ONU durante 45 minutos y destruyeron su entrada, es uno de varios ataques recientes que han afectado la integridad de UNIFIL. Israel ha justificado el incidente como parte de una operación para evacuar a soldados heridos, pero la ONU ha descrito la entrada de los tanques como una violación deliberada de su soberanía. A pesar de las advertencias previas de las FDI, las fuerzas de paz han sufrido varias bajas (solo heridos) en las últimas semanas, lo que incrementa las dudas sobre la seguridad de la misión.
Los cascos azules, cuyas misiones son monitorear el cese de hostilidades tras la guerra de 2006 entre Israel y Hezbolá, evitando también que los milicianos de Hezbolá lancen cohetes contra territorio israelí, están cada vez más expuestos a un conflicto en el que su neutralidad no parece estar siendo respetada. Los ataques a posiciones de UNIFIL han sido constantes, con explosiones que han afectado su sede en Naqoura y disparos directos que han herido a varios soldados. Las operaciones militares israelíes en el sur de Líbano, combinadas con los ataques de Hezbolá, complican enormemente el trabajo de la misión, que se ve atrapada entre ambos bandos.
Antecedentes de retirada de la ONU
La actual situación de UNIFIL recuerda a otras misiones de la ONU que se han visto obligadas a reducir o replegar sus fuerzas debido a la violencia en el terreno. Ejemplos como la misión en Siria (UNDOF) en 2014 o la de Sudán del Sur en 2016 demuestran que, cuando la seguridad de las fuerzas de paz se ve comprometida, la ONU no tiene más remedio que reconsiderar su presencia. En el caso de UNIFIL, la dificultad radica en la naturaleza del conflicto, donde Hezbolá emplea tácticas de guerrilla y las FDI responden con bombardeos y ataques directos, complicando el mandato de la misión y su capacidad para operar de manera efectiva.
El futuro de UNIFIL es muy incierto. Mientras el secretario general de la ONU, António Guterres, reafirma que las fuerzas de paz seguirán en sus posiciones, la realidad sobre el terreno es cada vez más hostil. La retirada de la misión, como ha solicitado Netanyahu, podría dejar un vacío de seguridad que aumente la violencia en la región y la desaparición física (¿para siempre?) de la actual frontera entre Líbano e Israel. Pero continuar con la operación expone (cada vez mas) a los cascos azules a más ataques de uno y otro lado, poniendo en peligro sus vidas.
Los próximos días serán determinantes para el futuro de UNIFIL. Parece claro que Israel no va a parar de atacar al Líbano ahora ni Hezbolá dejará de defenderse, y en medio están nuestros soldados. Como dijimos en el reciente artículo sobre esta misión, ONU debe encontrar otros objetivos más cercanos a la realidad de la guerra actual, y sin ser obligados a salir del Líbano, apoyar con su presencia una salida pacífica y política al eterno conflicto de Hezbolá-Líbano-Israel, pero, sobre todo, que los 650 soldados españoles regresen a casa sanos y salvos.