Juan Martín Belalcázar
Licenciado en Relaciones Internacionales
Mientras Angola asume un papel crucial en apoyar a Francia en cuestiones africanas como el caso de Níger, España, que comparte un pasado colonial con varios países africanos, parece quedarse al margen. Esta situación representa una oportunidad perdida para Madrid. En un mundo globalizado, donde el poder se mide no solo en términos de economía sino también en influencia cultural y tecnológica, establecer una sólida alianza con Angola puede ofrecer múltiples ventajas a España. Desde el sector energético hasta el turismo y la digitalización, los beneficios potenciales son innumerables.
Angola se está convirtiendo en un gigante energético con el que Occidente debería contar. Con el desarrollo de importantes proyectos de energía renovable, el país está alineado con las metas de sostenibilidad que también son una prioridad para España. Mientras otros países de la Unión Europea ya están en vías de aprovechar el potencial angoleño, España no debe quedarse atrás. Ya existen precedentes como el proyecto solar en la provincia de Namibe, liderado por la empresa española Elecnor. Este proyecto forma parte del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022 de Angola que busca aumentar la cuota de energías renovables en la matriz energética del país. La misma empresa ya había realizado un proyecto H2O para mejorar el acceso a agua potable en Huambo en 2016. España debería aprovechar su know-how en este ámbito para posicionarse como un socio estratégico y no perder terreno frente a otros competidores internacionales.
Pero las posibilidades no se detienen en la energía. La rica y diversa cultura angoleña, con su vibrante escena musical que incluye géneros como la kizomba, semba y kuduro, ofrece un terreno fértil para la cooperación en el ámbito del turismo y la cultura. Angola, con paisajes impresionantes como las Cataratas de Kalandula, la grieta de Tundavala y el Parque Nacional Kissama, tiene un enorme potencial turístico aún muy poco explotado. Además, la creciente estabilidad y mejoras en la seguridad hacen del país un destino cada vez más atractivo. Un compromiso más fuerte por parte de España podría llevar al desarrollo de infraestructuras turísticas en Angola, como carreteras, aeropuertos y hoteles, lo que redundaría en beneficios para ambos países.
Además, la tecnología y la digitalización emergen como otro pilar de una alianza potencialmente fructífera. Las inversiones tecnológicas entre Angola y España ya están mostrando signos de crecimiento. En 2019, la empresa española Telefónica firmó un contrato con Angola Cables para proporcionar servicios de conectividad entre Europa y África mediante el cable submarino SACS. Más recientemente, durante la visita del Presidente angoleño João Lourenço a España en 2021 y también en 2023, se firmó una declaración conjunta con el Primer Ministro Pedro Sánchez para profundizar las relaciones bilaterales, especialmente en campos como la digitalización, la innovación y el emprendimiento.
Las palabras bonitas se quedan cortas si no vienen acompañadas de acciones. Francia ya ha comprendido la importancia de alinearse con Angola en cuestiones africanas. España, con su pasado colonial y su presencia actual limitada en el continente, tiene una oportunidad dorada para cambiar el curso de su política exterior y económica. Y no es solo cuestión de economía o influencia, sino de formar alianzas estratégicas y duraderas que puedan beneficiar a ambos países en múltiples facetas. Ahora es el momento de actuar. Ahora es el momento de mirar hacia Angola.
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