<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>A cuatro días del final de la campaña de las elecciones del 23 de julio, el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, se presenta como seguro ganador y pide el voto para no depender después de nadie para formar gobierno.</strong></h4> El jefe del Ejecutivo<strong>, Pedro Sánchez, insiste en prometer al PSOE una remontada que las encuestas le niegan</strong> e incluso anuncian el fenómeno contrario: más desgaste a más presencia personal en los medios y fracaso de su apelación al voto del miedo para frenar el cambio. <strong>El desarrollo de la campaña ha variado las expectativas y objetivos de los partidos después del fiasco de Sánchez en el debate con Feijóo en televisión</strong> del día 10, pero sobre todo por las tendencias que señalan todos los sondeos excepto el del CIS, que ya fracasó estrepitosamente en las elecciones del pasado 28 de mayo. El estudio del centro gubernamental es el único que dibuja ahora la carambola anhelada por el presidente del Gobierno para seguir en el poder como hasta ahora, con los mismos socios populistas de extrema izquierda y el apoyo de los partidos independentistas. <strong>Las empresas privadas que trabajan para medios de comunicación de todo signo, incluidos los más afines a Sánchez, pronostican lo contrario: la derecha tiene asegurada la mayoría absoluta o está a un escaño de conseguirla.</strong> Más allá de si el PP va a sumar con Vox entre 175 y 182 escaños en un Congreso de 350 diputados, que es la horquilla media de los sondeos, <strong>el drama añadido para el jefe del Ejecutivo es la tendencia general experimentada en la campaña.</strong> El PP no deja de subir a costa de la extrema derecha, Vox, frente a un bloque de izquierdas menguante en general y en particular porque ni PSOE ni Sumar dejan de restar escaños desde sus posiciones de salida. Al PSOE, según los sondeos, <strong>no le funciona ninguna de sus grandes apuestas para lograr “la remontada”</strong> anunciada por Sánchez que tenía que haber arrancado la semana pasada en el debate con Feijóo. Ni la imagen personal del presidente del Gobierno hablando de sí mismo a todas horas en todos los medios y formatos, ni el llamamiento a frenar a la derecha han cambiado las tendencias electorales plasmadas en la derrota socialista de los comicios de mayo y confirmadas en los sondeos de junio y julio. Esos datos han llevado al <strong>pesimismo sin disimulo de la campaña del PSOE</strong>, basada en mensajes a la defensiva, a la búsqueda del voto del miedo sembrado en la izquierda, y a la euforia poco contenida en el PP. “Puede que no seamos tu partido, pero somos la solución” es el lema acuñado ahora por los populares que mejor resume su ambición al reclamar el apoyo de votantes socialistas y de Vox al mismo tiempo. Frente a un Sánchez en tono de despedida y reivindicación personal, <strong>Feijóo ha pasado de su objetivo inicial de alcanzar los 150 escaños a soñar con superar los 160.</strong> Presenta como objetivo a su alcance una mayoría holgada que le permita prescindir de Vox en un futuro gabinete y limitarse a firmar con Santiago Abascal abstenciones o pactos programáticos de legislatura que den estabilidad a un Ejecutivo del PP en solitario. Si el gobierno de coalición socialcomunista de Sánchez y Vox se han retroalimentado con su extremismo durante toda la legislatura, Feijóo intenta aprovecharse ahora de que a ninguno de los dos les funcionan sus respectivas campañas. <strong>La papeleta del Partido Popular vale tanto para impedir que la extrema derecha llegue al poder como para acabar con el sanchismo</strong>, ejes de campaña del PSOE y de los de Abascal. Ese es el mensaje que cultiva el presidente del PP para aspirar a una mayoría amplia que sólo puede lograr si recupera a antiguos votantes de su partido que pasaron en los últimos años por la opción de la “derecha auténtica” de Abascal.