<h4 style="text-align: center;"><strong>Guillermo Carmona</strong></h4> <h5>Secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de la República Argentina</h5> <h6><strong>Alberto Rubio</strong></h6> <h4><strong>Apenas pasó en Madrid 48 horas, pero fueron muy intensas. La agenda del secretario de Malvinas, Antártida y el Atlántico Sur, Guillermo Carmona, incluyó asuntos pesqueros, cooperación científica y, por supuesto, la recuperación de la soberanía de las Malvinas, respecto a la que se mostró tajante, en conversación con <em>The Diplomat in Spain</em>: “Si hay una política de Estado en Argentina es ésta”.</strong></h4> <b>Primero se reunió con la Comisión de<span class="Apple-converted-space"> </span>Exteriores del Congreso; después con el Comité Polar; siguió con el director general para Iberoamérica, Enrique Yturriaga, y la directora general de Diplomacia Económica, Ana Martínez, en el Ministerio de Exteriores; y terminó con el Instituto Oceanográfico Español. ¿Ha podido parar un segundo desde que llegó?</b> La agenda con la que he venido tiene estos tres sombreros -Malvinas, Antártida y Atlántico Sur-que en Argentina confluyen en un abordaje integral. Es un trípode estratégico muy importante por razones geográficas, ambientales y geopolíticas. En el caso de España, tenemos una cooperación antártica que se remonta 40 años, con varias líneas de investigación científica marina, conservación y áreas marinas protegidas. Por supuesto abordamos la cuestión de las Malvinas, teniendo en cuenta también Gibraltar, y algunas políticas oceánicas especialmente vinculados con la pesca. La inversión española en el sector pesquero argentino es muy destacada. Son 24 empresas y 90 barcos los que pescan con bandera argentina. Pero tenemos temas que resolver, como la pesca ilegal en Malvinas y en el área adyacente a la zona económica exclusiva argentina, en las que está involucrada una parte de la flota gallega <b>¿Se trata de permisos concedidos por parte británica?</b> El Reino Unido otorga licencias que para Argentina son ilegales. La Resolución 31/49 de la Asamblea General de la ONU prohibe emprender acciones unilaterales a ambos países en unas aguas que nuestra legislación considera propias. Por tanto, esa pesca es ilegal. En ella están implicados barcos taiwaneses, coreanos y españoles, fundamentalmente. También hay buques británicos en menor medida y de otras banderas, entre ellas la ilegítima bandera de las islas. La presencia de la flota gallega infringe la ley argentina. <b>¿Qué respuesta obtuvo?</b> Muy buena. Estamos impulsando un diálogo sobre estas cuestiones en el Atlántico Sur, donde España es un actor importante, que nos permitirá ir dando solución a estos temas. <b>¿Le han dado alguna garantía de que no continuará esa actividad pesquera?</b> En esto debo ser muy cuidadosos y no hablar por la contraparte, ya que valoramos mucho el gesto de la apertura al diálogo. Pero sí creo que el Gobierno español tiene claro que este tipo de pesca empieza a visualizarse como “saqueo” en la opinión publica argentina. Eso nos preocupa en cuanto a la relación bilateral. Hace falta una respuesta de los estados. No utilizo ese léxico como propio, pero aparece en medios de comunicación que se plantean por qué España nos acompaña en el tema de Malvinas mientras empresas españolas violan nuestra legislación. Hay una creciente preocupación por esta situación, que viene de décadas en las que se ha ido agrandando el problema. Que haya un dialogo entre ambos gobiernos nos permite prevenir situaciones que pueden ser inconvenientes para los intereses de España y de Argentina <b>Hablemos de Malvinas y su soberanía. ¿Se ha movido algo 41 años después de la guerra?</b> Tengo la convicción racional de que habrá, más pronto que tarde, una negociación sobre la soberanía. Y me baso en el análisis de la realidad internacional. El Reino Unido es un país importante que forma parte del Consejo de Seguridad, pero en materia de colonialismo tiene 10 casos abiertos. Esto tiene un impacto en su reputación por el doble estándar en el manejo de sus relaciones internacionales, que también se ve en su falta de respeto a las reglas en el proceso del Brexit, notoriamente en el protocolo de Irlanda del Norte. Si nosotros seguimos el camino de hacer visible este caso de colonialismo en la agenda internacional, queda claro que hay una situación pendiente y no es solo problema de Argentina. En la disputa sobre la soberanía somos dos estados, pero en el caso de la descolonización es toda la comunidad internacional la que está involucrada. Y a Argentina se le abre ahí una oportunidad. Le doy un ejemplo: el caso de Chagos. Hace tres meses el Reino Unido anunció que abría un proceso de negociación con Mauricio por la soberanía de Chagos. Eso era impensable antes. Es la primera vez en más de 40 años que Londres acepta iniciar un proceso de soberanía. Creo que a Argentina le llegará la oportunidad, lo importante es que esté preparada. Quiero además subrayar dos detalles importantes. Primero, que no se trata sólo de que hayan pasado 40 años desde la guerra, sino que son 190 años de usurpación británica. Frente a eso buscamos poner en evidencia la consistente presencia española en Malvinas previa a la independencia argentina y la nuestra hasta 1833. Esa invasión inglesa, en 1833, implico el desplazamiento de la población y de las autoridades argentinas y su reemplazo por una población británica como parte de una estrategia colonial. Un caso parecido al de Gibraltar. El segundo aspecto que quiero destacar es la importancia del proceso de negociaciones entre Argentina y Reino Unido desde 1966 a 1982. Es un proceso muy desconocido. incluso en Argentina. Estuvimos muy cerca de llegar a un acuerdo en cuatro ocasiones. En todos los casos, el Reino Unido reconocía que el punto de arranque era la transferencia de la soberanía a Argentina. Eso es muy importante porque con ello se supera el argumento de que nunca quisieron devolver las Malvinas. <b>¿La posibilidad de que hubiera petróleo imposibilitó el acuerdo?</b> El Informe Shackleton sin lugar a dudas tuvo impacto. Y hubo un importante lobby, al que se le llamó ‘isleño’ pero que en realidad era londinense, de quienes tuvieron inversiones en Malvinas. Argentina tiene, en el marco de las resoluciones de la Asamblea General y del Comité de Descolonización de la ONU, el compromiso de atender los intereses de los isleños. Eso implica el reconocimiento de derechos civiles, sociales y económicos a los habitantes de Malvinas como a cualquier argentino: educación gratuita, sanidad gratuita, igualdad de condiciones laborales e, incluso, reconocimiento de la nacionalidad a quienes han nacido en Malvinas. <b>¿Podrían tener doble nacionalidad?</b> Hay casos ya de doble nacionalidad argentino-británica de actuales isleños. Esos aspectos podrían ponerse en el marco de la negociación. pero no hace falta. Lo único que tienen que hacer es tramitar su documento de identidad. La integración de quienes viven en las islas, respetando sus intereses económicos, inversiones, no sería un problema. Sin embargo, los argentinos no podemos hacer en Malvinas lo que sí podríamos hacer en Londres: exhibir símbolos nacionales. Lo primero que le dicen a un argentino que llega a Malvinas es “nada de símbolos nacionales”. También podemos invertir en la bolsa de Londres, pero no podemos comerciar o invertir en Malvinas, no podemos residir allí. Es un régimen colonial puro, que en esto sí se diferencia de Gibraltar, donde hay un tránsito de personas que habilita otro tipo de situaciones. <b>¿Alguna respuesta desde Londres?</b> Venimos planteando insistentemente la necesidad de establecer un vínculo efectivo entre las islas y el territorio continental argentino. Hemos ofrecido vuelos semanales con Aerolíneas. Ahora sólo hay uno, vía Punta Arenas, que tiene escala mensual en Río Gallegos, como se pactó en los Acuerdos de Madrid de 1989. La cuestión es que, después de 40 años, es irracional que se mantengan las restricciones. Por el Acuerdo de Comunicaciones de 1971 se estableció un vuelo semanal entre Malvinas y Comodoro Rivadavia. Fue etapa de una gran aproximación. Lamentablemente la guerra supuso un gran retroceso. Ese acuerdo sigue vigente, pero el Reino Unido no accede a su aplicación. <b>¿Se podría aplicar a la negociación el elemento coste-beneficio mutuo?</b> Mientras el Reino Unido no acceda a negociar la soberanía, eso no va a ocurrir. Cuando se intentó algún tipo de cooperación para el aprovechamiento de los recurso naturales, se consolidó la posición colonial británica. Ocurrió con la subcomisión nacional de pesca y con el tema de los hidrocarburos: ellos profundizaron su línea de acción y ya no se habló más de soberanía. La ONU ratificó tras la guerra que la disputa de soberanía seguía vigente. Tenemos todos los argumentos de derecho mientras ellos buscan imponer la situación de facto. Tenemos relaciones diplomáticas, económicas y comerciales con el Reino Unido. Pero la intensidad nunca podrá ser óptima si no se resuelve la cuestión de la soberanía. <b>La vía bilateral parece cerrada, visto así. ¿Confía en la opción multilateral?</b> Se da una particularidad. La disputa es entre dos estados. No hay tercera parte. Como en el caso de Gibraltar, Londres trata de implicar a los habitantes. Pero, como proceso de descolonización, involucra a la comunidad internacional. Malvinas ya no es un territorio de ultramar de la UE y eso nos abre también posibilidades. La cumbre UE-América Latina hizo una declaración el año pasado donde se insta a las partes a buscar una solución pacífica, negociada y duradera. El Brexit beneficia a Argentina. <b>¿Tiene esperanzas de recuperar las islas?</b> Más que esperanza tengo convicción. Pero hay cuatro condiciones para ello: persistir con creciente intensidad en nuestra reclamación; respetar el Atlántico Sur como zona de paz y cooperación declarada por Naciones Unidas, y donde ahora hay tropas kosovares en Malvinas, como hemos denunciado; ejercer consistentemente nuestra soberanía donde no hay disputa; y estar preparados para aprovechar las oportunidades que brinde el escenario internacional.