<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>Electoralistas o populistas en clave de política nacional, pero cumplidores con la OTAN, los Presupuestos del Estado para 2023 son el primer paso serio para mejorar la inversión de España en materia de Defensa desde 2004. El presidente del Gobierno da otro giro, esta vez atlantista, lo que le separa de sus socios de extrema izquierda en el poder, e invierte en su proyección exterior para el último año de la legislatura.</strong></h4> En las partidas destinadas al Ministerio de Defensa deja <strong>margen incluso para la adquisición directa de sistemas de armas estadounidenses</strong> como cazas de última generación, un hecho sin precedentes desde 1983. <strong>En las cuentas del Estado para el próximo año hay dinero, en teoría, para casi todo</strong>: desde subidas de pensiones del 8,5 por ciento hasta incrementos salariales para los ministros y su presidente del 4 por ciento, por encima de los funcionarios. Pero, en proporción, <strong>la partida que más crece es la destinada a Defensa,</strong> que pasa de los 9.791 millones de euros de este ejercicio a los 12.317 millones para 2023, un 25,8 por ciento más. <strong>Sánchez se ha tomado en serio el objetivo de que España alcance el 2 por ciento de su Producto Interior Bruto en inversiones en Defensa en 2029</strong>, un compromiso adquirido en origen por todos los países de la OTAN en 2014 (en tiempos de Barack Obama) del que no hacía caso alguno hasta que ejerció de anfitrión en junio de este año de la cumbre de Alianza Atlántica en Madrid, con Joe Biden como principal invitado. <strong>El retraso acumulado, la guerra en Ucrania y el esfuerzo en acercarse al presidente de los Estados Unidos explican el cambio.</strong> El jefe del Ejecutivo se encontró al llegar al poder con una inversión en la materia de apenas el 0,93 por ciento del PIB y sigue en el 1,01 por ciento este mismo año pese a que el Gobierno de coalición de izquierdas ha disparado el gasto general del Estado: de los 503.000 millones de euros de 2018 a los 609.776 millones de este año. Pese a ese salto, el porcentaje destinado a Defensa seguía sin subir hasta ahora. Margarita Robles, titular del departamento y del sector sanchista del gabinete (tampoco pertenece al PSOE), asegura que con el incremento del 25,8 por ciento de la dotación destinada a la política de Defensa España espera llegar a un 1,2 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) en gasto militar en 2023. Será un primer paso para acercar su inversión a la de los países de la OTAN, alianza en la España ocupa el segundo puesto como país con menor inversión en ese capítulo. Robles presume de que la subida permitirá a las Fuerzas Armadas mantener las capacidades operativas disponibles en la actualidad, adquirir nuevos sistemas de armas y sustituir los que se vayan quedando obsoletos. <strong>El apartado que más aumenta es el de los denominados programas especiales de modernización de armamento, que aumentan un 72 por ciento</strong> más respecto a lo presupuestado en 2022 y alcanzan los 4.905 millones de euros. Las inversiones en material van dirigidas, como es habitual, a la adquisición de fragatas, submarinos, blindados y aviones que se fabrican o montan totalmente o en parte en España. Son productos nacionales o forman parte de proyectos europeos como los cazas Eurofighter (EF-2000)<strong>. La novedad este año es el capítulo correspondiente a la sustitución de los aviones de despegue vertical de la Armada y de los F-18 del Ejército del Aire.</strong> Aparecen presupuestados 90 millones para el próximo como adelanto de <strong>un programa de renovación cifrado en un total de 6.500 millones en principio necesarios para sustituir casi 50 cazas</strong> que agotan su vida útil en los próximos seis años. El principal candidato y modelo favorito de todas las Fuerzas Armadas de los países de la OTAN, incluido el español, <strong>para reemplazar a los viejos Harrier de despegue vertical es el F-35 de la empresa estadounidense Lockheed Martin</strong>. Y otro tanto ocurre con las aspiraciones del Ejército del Aire español para sustituir a <strong>los F-18 con cazas que puedan llegar donde no lo hacen los europeos EF-2000.</strong> Hasta ahora <strong>el problema era el precio de los F-35, los aparatos más avanzados del mundo que cuestan entre 75 y 105 millones de euros</strong> la unidad según sus distintas versiones. Y también está el hecho de que su compra no deja dinero, puestos de trabajo ni desarrollo tecnológico en la Unión Europea. <strong>El giro atlantista y el propio empeño personal de Sánchez por estrechar relaciones con Biden influyen en los Presupuestos del Estado hasta en el capítulo de compra de armamento</strong>. Y las cuentas también dan más pábulo a las teorías sobre la <strong>disponibilidad del presidente del Gobierno a buscar futuro en la política internacional</strong> si en las elecciones del próximo año se queda fuera de juego.