<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>El presidente del Gobierno intenta a la desesperada frenar su desgaste en el arranque de un curso político que culminará en las elecciones municipales y autonómicas de mayo del próximo año.</strong></h4> <strong>Pedro Sánchez ha tenido que aceptar el reto del jefe de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, y acudir al Senado</strong> a un debate en el que aspira a lucirse como gestor de <strong>la crisis energética</strong> pese a los malos datos y previsiones de la economía española. Para el presidente del PP no deja de ser una oportunidad de presentar su alternativa a la amenaza de recesión. El Ejecutivo sigue sin encajar el golpe de las elecciones autonómicas andaluzas, la mayoría absoluta del Partido Popular en la región más poblada de España, ni su posterior consecuencia en el ámbito nacional: ir <strong>por detrás del partido que preside Feijóo en todas las encuestas incluidas las oficiales del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).</strong> <strong>Sánchez aparenta estar tan orgulloso y satisfecho de sus medidas</strong> para frenar la inflación y la escalada de precios de la energía como la oposición convencida de que, en vez de paliar los problemas, los agrava. <strong>Ese es el terreno en el que el jefe del Ejecutivo quiere jugar para frenar a Feijóo</strong>. Cuenta con la ventaja del propio formato del debate en el Senado convocado para este martes, a petición propia del Gobierno, que <strong>le permite exponer lo que estime oportuno en cada momento y replicar a los portavoces parlamentarios sin límite de tiempo.</strong> <strong>El presidente del PP, como representante del Grupo Popular en la Cámara Alta, se tiene que conformar con una primera intervención de 15 minutos y una réplica de otros 5 a lo que le quiera decir Sánchez.</strong> Como prólogo a la sesión parlamentaria, el Gobierno se ha volcado durante todas las vacaciones en el i<strong>ntento de desgastar a Feijóo por la vía del insulto personal</strong>. Hasta 11 miembros del Ejecutivo le han cubierto de descalificaciones en las últimas semanas con un patrón parecido y similares adjetivos:<strong> negacionista, obstruccionista, vago, ignorante, tóxico, sectario, mentiroso, “trumpista” o incompetente</strong>. Sánchez remató la faena a la vuelta de sus vacaciones con la acusación de que Feijóo está al servicio de los intereses de las empresas energéticas. Es la contraposición a su propia campaña de relanzamiento de imagen que<strong> le presenta como el presidente del “Gobierno de la gente” frente a “la derecha” que solo representa a las “fuerzas oscuras”.</strong> Son todos términos o conceptos copiados o reciclados de los orígenes de Podemos con Pablo Iglesias al frente. El jefe del Ejecutivo compagina ese giro de mensajes populistas con el plagio de medidas concretas defendidas por Feijóo desde hace cinco meses para paliar la subida de la energía. Enterado de que el presidente del PP iba a insistir este martes en reducir el IVA al consumo de gas, prefirió anunciar la medida como iniciativa propia, aunque sus ministros lo hubieran descalificado hasta el día anterior por proceder del jefe de la oposición. Sánchez desconcertó tanto a los miembros de su gabinete, socialistas y comunistas por igual, como al propio PP que se apuntó el tanto de forzar al Gobierno a aplicar una bajada de impuestos después de media legislatura consagrado a subirlos. Si en el Palacio de la Moncloa han decidido presentar a su actual inquilino como el referente europeo en el debate y las medidas sobre la crisis de la energía, <strong>en el Partido Popular han encontrado nuevos argumentos para reclamar una bajada general de la presión fiscal al ciudadano castigado por la escalada de los precios.</strong> Feijóo propone, desde antes del verano, esa fórmula de “deflactar” la tarifa del IRPF, la misma que aplicará el gobierno socialdemócrata alemán. Para el PP, el coro de insultos a Feijóo, la campaña del “Gobierno de la gente” para reflotar la imagen personal de su presidente y el plagio de la rebaja del IVA del gas evidencian los nervios de un Ejecutivo descolocado y temeroso ante el examen de una crisis económica que teme que se le lleve por delante. Para los sanchistas, que siguen convencidos de que su jefe hace una gran gestión ante los problemas económicos derivados de la invasión de Ucrania, el debate en el Senado es una gran oportunidad para frenar a Feijóo en las encuestas, pues esperan que Sánchez “le ponga en su sitio”. Necesitan que al menos el CIS les dé esperanzas de que recuperan terreno antes de un otoño que ellos mismos pitan ahora de negro.