<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>En huida permanente y de perfil ante la crisis, Pedro Sánchez apuesta por anuncios de medidas económicas populistas y cuidar a los aliados separatistas para dar estabilidad a su Gobierno de coalición.</strong></h4> El debate sobre el estado de la nación le ha servido para <strong>reafirmar los compromisos adquiridos con toda la extrema izquierda de la Cámara, los secesionistas catalanes y los herederos del brazo político de ETA</strong> que le sirvieron para llegar al poder en 2018. El jefe del Ejecutivo intenta salvar el verano después de año y medio de reveses electorales del PSOE y a la espera de un otoño complicado en el que tendrá que presentar unos <strong>nuevos Presupuestos Generales del Estado que requerirán otra vuelta al mercadeo parlamentario</strong> con socios y aliados. Entre el baño de imagen personal que se dio como anfitrión en Madrid de la cumbre de la OTAN y su escenificado giro a la izquierda en el Congreso, Sánchez aspira a levantar cabeza en las encuestas (al menos en el barómetro del CIS oficialista bajo su control) y recuperar el ánimo entre sus partidarios y los medios gubernamentales. <strong>La izquierda independentista vasca que representa Bildu está satisfecha con el blanqueo de sus orígenes</strong> en el que afana el sanchismo m<strong>ientras que ERC también se muestra optimista ante el trato, de igual a igual,</strong> que recibe el presidente de la Generalitat catalana, Pere Aragonés, del jefe del Ejecutivo español. Pero la confirmación de los apoyos políticos más extremos del Gobierno contrasta con el panorama económico, cada vez más oscuro y alejado de las previsiones del Gobierno y sus respuestas a la escalada de la inflación. Los <strong>anuncios de nuevos impuestos sin concretar nada, salvo las cantidades previstas de recaudación (7.000 millones de euros en dos años) y el discurso antiempresarial de Sánchez,</strong> con expresiones de Pablo Iglesias incluidas, han sido letales para los sectores económicos afectados y preocupantes para los contribuyentes y consumidores. Sólo a las entidades financieras les costó en la bolsa 5.900 millones de euros en pérdidas las palabras de presidente del Gobierno en el Congreso sobre unos “beneficios extraordinarios” que tampoco define. <strong>La banca y las empresas energéticas todavía desconocen en qué consisten los nuevos impuestos que se les anuncian</strong>, al igual que la oposición. El Partido Popular apunta, por los precedentes de estas medidas populistas aplicadas antes por el Ejecutivo de Sánchez, que al final el dinero extra de recaudación que el Gobierno busca saldrá de los recibos de la luz y el gas y de los servicios bancarios: créditos y comisiones. Aparte de los nuevos impuestos indefinidos, el debate parlamentario confirmó que<strong> Sánchez, lejos de plantearse reformas de calado, insiste en disimular la magnitud de la escalada de la inflación y sus consecuencias.</strong> Aseguró que terminaría el año en el 6,5 por ciento, aunque la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal calcula un 7,8 por ciento y las previsiones de Bruselas para España acaban de fijarse en un 8,1 por ciento, por encima de la media europea. También frente a las teorías del jefe del Ejecutivo vendidas como datos, esas mismas previsiones colocan a las principales economías de la UE (Francia, Alemania e Italia) en un nivel de precios inferior. El presidente del Gobierno dio por hecho en el debate que las pensiones podrán subir a fin de año igual que la inflación, pero no explicó cómo podrá el Estado hacer frente a una factura adicional de unos 14.000 millones de euros, cifra que avanzan los expertos, sin hacer ajustes en otras partidas o disparar el déficit público. Y <strong>en Bruselas tampoco se creen los datos de crecimiento del PIB</strong> que ofrece el gabinete sanchista. El 4,3 por ciento de este año y el 3,5 por ciento para 2023 previsto por el Gobierno, estiman que se quedará en el 4 por ciento en este ejercicio y sólo el 2,1 por ciento el que viene. <strong>Los anuncios económicos de corte populista, el blanqueo de Bildu y las gestiones a favor de los separatistas catalanes garantizan a Sánchez su estabilidad en el poder,</strong> pero no le sirven para cuadrar las cuentas de unos Presupuestos Generales del Estado que tienen que ser creíbles en la UE para contar con sus ayudas financieras. Esa es la asignatura pendiente que Sánchez deja para un otoño de crisis, también energética, que volverá a convulsionar los equilibrios internos del conglomerado gubernamental.