Frédéric Mertens de Wilmars
Profesor Titular y Coordinador del Grado en Relaciones Internacionales / Universidad Europea de Valencia
El 5 de julio pasado fue la fecha de la independencia de Argelia adquirida a continuación de los acuerdos de Evian del 18 de marzo de 1962, pero también la de la masacre de los europeos en Orán. De hecho, unas horas antes de la proclamación de la independencia de Argelia, se produjo un tiroteo en el corazón de aquella ciudad, donde miles de argelinos celebraban la independencia de su pueblo. Tras ello, muchos individuos armados atacaron a los europeos allí presentes, causando la muerte de muchos de ellos. Por ello, este sexagésimo aniversario de la independencia, tras 132 años de colonización francesa, sigue marcando la historia de Argelia y su relación con Francia.
La herida sigue siendo sensible, pero la voluntad de reforzar las relaciones está presente por parte de Emmanuel Macron, autor de una carta dirigida a su homólogo argelino, Abdelmadjid Tebboune. Con motivo del sesenta aniversario de la independencia de Argelia, el presidente francés envió una carta al pueblo argelino, reiterando su compromiso de proseguir con su planteamiento de reconocimiento de la verdad y reconciliación de la memoria de los pueblos argelino y francés.
Aunque Francia y Argelia han vivido varios episodios diplomáticos complicados desde la independencia argelina, las relaciones se han ido calentando desde hace varios meses, y los jefes de Estado de ambos países ya declararon, el 18 de junio, que querían profundizar en sus relaciones.
¿Cómo entender este nuevo calentamiento de las relaciones franco-argelinas? Como siempre, en el ámbito de las relaciones internacionales, son posibles varias interpretaciones. Recordemos que estamos en un periodo en el que muchos países revisan su pasado para subrayar o reforzar los lazos de amistad con otros países mientras persiguen un determinado objetivo geopolítico (militar, político, económico o ideológico). Así, tras la independencia de Argelia, la URSS manifestó su apoyo a Argel y las relaciones entre ambos países se mantuvieron en un alto nivel, incluso tras la desaparición del imperio soviético.
Sin embargo, en el contexto actual de la guerra en Ucrania y del boicot europeo contra el gas ruso, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, transmitió el 10 de mayo en Argel una invitación oficial de Vladimir Putin a su homólogo argelino, Abdelmadjid Tebboune, para que realice una visita oficial a Moscú. Refiriéndose a las relaciones bilaterales, Sergei Lavrov subrayó que Rusia y Argelia mantienen relaciones amistosas y sinceras desde hace mucho tiempo y que ambos países celebran este año su 60º aniversario de relaciones diplomáticas, que corresponde a la proclamación de la independencia de Argelia. Con su homólogo argelino, sostuvo que se ha mostrado interés en el desarrollo de estas relaciones en los planos político, económico y comercial, así como en la cooperación militar, cultural y científica. Rusia pretende renovar sus acuerdos, anunciando el interés de las empresas rusas por establecer asociaciones con operadores argelinos en los ámbitos de la energía y los recursos naturales (Argelia, primer exportador de gas, suministra alrededor del 11% del gas consumido en Europa, frente al 47% de Rusia). Además, el 18 de abril, Vladimir Putin se reunió con Tebboune para hablar de la coordinación en la OPEP y de la situación en Ucrania.
Varios países, entre ellos Francia, que buscan reducir su dependencia de los suministros rusos desde la ofensiva militar rusa en Ucrania, han recurrido a Argelia, un país aliado de Moscú pero que tiene una capacidad muy limitada para aumentar sus exportaciones.
Para París, se trata de ganar terreno en materia de inversiones en suelo argelino, ya que Moscú pierde cada vez más su capacidad de acción económica en el extranjero debido a las sanciones económicas y a su esfuerzo bélico. Pero también se trata para Macron de contrarrestar a China, que se ha convertido en el primer socio comercial de Argelia. Argelia que también se ha acercado a Turquía mientras desarrolla su asociación militar con Rusia.
A priori, la situación es virtuosa para Argelia. El aumento de los precios de los hidrocarburos debido a la guerra en Ucrania está reforzando mecánicamente las arcas de un país que cuenta con las terceras mayores reservas de petróleo de África (por detrás de Libia y Nigeria). El soplo de oxígeno que ofrecen estos ingresos en perspectiva -evaluados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 58.000 millones de dólares en 2022 (o 54.000 millones de euros) – constituye un alivio para el gobierno argelino en un momento en el que el régimen intenta restaurar su base tras las turbulencias del movimiento de protesta Hirak, en 2019 y 2020.
Además, la búsqueda europea de alternativas al gas ruso eleva el perfil estratégico de Argelia en la escena regional. Cada vez más cortejada, Argel busca proyectarse como un socio «fiable», según la retórica oficial, especialmente con Italia, con la que se muestra ostentosamente la amistad. Argelia, que hoy es fuente del 11% de las importaciones de gas de Europa, está destinada a ampliar su condición de proveedor a largo plazo.
Tantas razones para que los franceses vuelvan a tender la mano a los argelinos y den un nuevo impulso a las relaciones entre ambos países en un momento en que, como en la Guerra Fría, la escena internacional se ha convertido en un enorme tablero de ajedrez donde los Estados se cuentan y definen sus posiciones.
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