Javier Fernández Arribas
Director de Atalayar
No me resisto a empezar este artículo con algo evidente que se cumple inexorablemente: lo que va mal, es susceptible de empeorar. La gota ha caído en el canal de Suez, con el bloqueo de la navegación por el encallamiento del megabuque Ever Given, el mayor transportador de contenedores del mundo. Sufrimos un momento muy delicado por el riesgo de una cuarta ola del coronavirus cuando todavía no ha terminado la tercera, con graves problemas de abastecimiento de vacunas en la Unión Europea, con una gravísima crisis económica que está creando miles de desempleados, con una decisión del Tribunal Constitucional alemán que paraliza, esperemos que temporalmente, la ejecución del Plan de Recuperación de la UE con los famosos 750.000 millones de euros y con un movimiento geoestratégico entre dos bloques que puede derivar en una nueva Guerra Fría con consecuencias poco previsibles.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha lanzado una ofensiva internacional para clarificar posiciones frente a los que considera más que adversarios políticos y militares, y sobre todo económicos y comerciales. Los bloques han quedado formados por Estados Unidos y la Unión Europea, a pesar del acuerdo comercial de los europeos con China que se junta con Rusia y con Irán. La intervención de Biden en el Consejo Europeo después de cuatro años de alejamiento por la política de Donald Trump coloca el desafío de la situación internacional para los occidentales en niveles de gran dificultad para su gestión por sus notables pros y contras.
La partida ha comenzado con fuertes apuestas: desde el “asesino” para Putin y las amenazas a los chinos por parte norteamericana, a la respuesta de Moscú y Pekín que doblan con algunas sanciones las apuestas de los europeos. En los distintos institutos de opinión internacionales se barajan numerosos análisis y valoraciones para contextualizar lo que está ocurriendo y las posibles consecuencias. En el origen de la necesidad occidental de apurar sus primeras apuestas, se atisba la cada día mayor sospecha sobre el origen del coronavirus que tanto daño está causando a la sociedad occidental, principalmente. El siguiente paso viene dado por las injerencias en procesos electorales en favor del populismo y los ciberataques a centros e instituciones estratégicos por parte de China y Rusia. Y en este ambiente, la enorme duda sobre la causa de la maniobra que hizo encallar al Ever Given causando el bloqueo del canal de Suez. La ruta del Ártico empieza a ser tenida en cuenta.
© Este artículo ha sido publicado originalmente en Atalayar