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El turismo internacional puede volver a prosperar, pero no sin voluntad política

Zurab Pololikashvili

Secretario general de la Organización Mundial del Turismo (OMT)

 

A pesar del despliegue global de la vacuna, el mundo sigue enfrentándose a una incertidumbre paralizante. La tercera oleada de COVID-19 ha provocado que los países cierren corredores de viaje e incluso introduzcan la cuarentena forzosa en los hoteles para todas las llegadas. Se puede decir que el turismo mundial se encuentra en una coyuntura crucial, atascado entre una crisis en curso y la grata perspectiva de una revitalización en un futuro próximo.

 

Pero para garantizar que todos, desde algunos de los grandes nombres del turismo y la aviación hasta la más pequeña empresa familiar, sigan siendo solventes en esta última vuelta de la pandemia, los gobiernos deben ofrecer una oleada urgente de apoyo al sector. Millones de puestos de trabajo en todo el mundo -y de hecho, la economía global- dependen de él. Y eso no es todo. El turismo es un motor probado de igualdad y oportunidades, sobre todo para los jóvenes, las mujeres y las comunidades rurales. También desempeña un papel fundamental en la conservación de nuestro patrimonio natural y cultural.

 

El turismo internacional puede volver a prosperar, pero no sin voluntad política.

 

Al fin y al cabo, para muchas personas el turismo no sólo significa relajarse en la playa o explorar nuevas ciudades. Significa un techo sobre sus cabezas y comida en la mesa. Y no nos equivoquemos, el COVID-19 ha asestado al turismo mundial un golpe casi mortal: 1.000 millones menos de llegadas de turistas internacionales en 2020, una asombrosa pérdida de 1,3 billones de dólares en los ingresos de las exportaciones mundiales y de millones de puestos de trabajo en el camino. Se trata de un importante revés para la economía mundial, que hace retroceder al turismo a los niveles de 1990, con una caída de las llegadas del 74%.

 

Pero es especialmente devastador para aquellos países y comunidades en los que el turismo es a menudo la principal, si no la única, fuente de empleo e ingresos. Estas personas simplemente no sobrevivirán sin ingresos hasta que las vacunas se extiendan por todo el mundo.

 

Ante un problema global, es vital que la comunidad mundial trabaje para encontrar una solución global. Como parte de las Naciones Unidas, la Organización Mundial del Turismo (OMT) tiene la capacidad inigualable de ofrecer precisamente eso como forma de salvar un componente básico de la herida economía mundial.

 

Por ello, el mes pasado, el Comité de Crisis de la OMT y el Consejo Ejecutivo de la Organización convocaron a los líderes internacionales en Madrid para explorar una respuesta fuerte y coherente que proteja al sector sin comprometer la seguridad de los viajeros.

 

Con ese espíritu, desarrollamos los Protocolos Comunes de Viaje para permitir el regreso de un turismo internacional seguro y sin contratiempos. También estamos colaborando estrechamente con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y con agentes de todo nuestro sector, incluidos los gobiernos, los destinos y las aerolíneas, para explorar una serie de posibles soluciones. Entre ellas se encuentran los corredores de salud pública, introducidos como parte de un enfoque conjunto y que complementan otras medidas clave, como las vacunas y los llamados pasaportes sanitarios.

 

Un Corredor de Salud Pública se forma cuando los países acuerdan reconocer las medidas de mitigación de la salud pública que cada uno ha aplicado en las rutas entre ellos. Para hacer posible este reconocimiento mutuo, se anima encarecidamente a los países a que compartan activamente la información y establezcan acuerdos multilaterales.

 

No hay un momento más crucial que el actual para aumentar estos esfuerzos a nivel mundial, ayudando a transformar las fronteras nacionales en puntos de control internacionales en la lucha contra el COVID-19.

 

Bloques poderosos como la UE pueden desplegar y modelar el enfoque multinacional de las pruebas y el rastreo, un paso crítico en la realización de un turismo seguro. No introducir un sistema de este tipo y, en cambio, limitarse a esperar una vacuna podría ser el último clavo en el ataúd del sector turístico.

 

No cabe duda de que las vacunas pueden desempeñar un papel importante en la reactivación del turismo este año. Sin embargo, hacer de la vacunación un requisito obligatorio para viajar no es la solución a la crisis mundial, teniendo en cuenta que las vacunas se están distribuyendo según diferentes calendarios por parte de los distintos gobiernos, con beneficios limitados en el contexto de los viajes internacionales.

 

Del mismo modo, las cuarentenas existentes de una a dos semanas para los viajeros son demasiado onerosas y poco fiables para recuperar el turismo. Sólo el coste que supone para los viajeros añadir estas autocuarentenas a sus itinerarios es a menudo prohibitivo, obstaculizando la visión de la OMT de un turismo inclusivo, accesible y no discriminatorio.

 

En su lugar, las pruebas rápidas en los aeropuertos proporcionarán a los viajeros una sólida garantía de que su viaje será seguro y, al mismo tiempo, tranquilizarán a los destinos de que los visitantes que llegan no suponen ninguna amenaza. Las pruebas demuestran que los controles en las fronteras nacionales -implementados con éxito por varios gobiernos- son una forma eficaz de frenar la propagación del virus y reducirían el periodo de cuarentena obligatorio.

 

Sin embargo, a pesar de estos avances, es posible y deseable ir más allá. La introducción de un sistema mundial de pruebas en los aeropuertos, la coordinación de los certificados de vacunación y el establecimiento de corredores de salud pública garantizarán que el turismo mundial no sólo sobreviva, sino que pueda volver a prosperar.

 

2021 sentará las bases del punto de inflexión para el turismo. En vísperas de la vacunación masiva, hay motivos para mirar al nuevo año con un cauto optimismo.

 

Aun así, para volver a poner en marcha el turismo, para permitir que las familias se reúnan después de tanto tiempo separadas y para asegurar el sustento de millones de personas en todo el mundo que dependen de nuestro sector, necesitamos apoyo político y una mayor coordinación internacional para hacerlo realidad.

 

El turismo se define por el movimiento. No podemos desperdiciar esta oportunidad quedándonos de brazos cruzados.

 

© Esta es una traducción del artículo original publicado en The Toronto Star

 

 

Alberto Rubio

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Alberto Rubio

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