The Diplomat in Spain

Antonio Alonso

Profesor / Universidad San Pablo CEU

El pasado 23 de abril, Día del Libro en España, Día de la Lengua Española en Hispanoamérica, el Aula Política Joven del Instituto CEU de Estudios de la Democracia acogió una ponencia impartida por Alberto Gil Ibáñez, ensayista, quien ha investigado a fondo la Hispanidad y la Leyenda Negra generada en torno a ella.

Con paciencia y argumentos, Gil Ibáñez fue desmontando uno a uno las principales acusaciones que se suelen esgrimir contra España y su papel en el mundo. Se nos acusa de ser un impero genocida; esto tiene poco fundamento, basta con darse un paseo por nuestras calles o por las de cualquier país de Iberoamérica. Sus rostros nos dice que ciertos caracteres biológicos han perdurado hasta hoy y, además, son mayoría en allende el Atlántico. No sólo por el mestizaje –¿qué apellidos tienen?— sino porque la cantidad de indígenas autóctonos que no se mezclaron con los “invasores” españoles fue de unos 14 millones, cifra que en la actualidad está quintuplicada. ¿Dónde están los nativos americanos del territorio que hoy es EE.UU.? Quienes sí cometieron genocidio fueron, por ejemplo, los aztecas, gracias a lo cual Cortés pudo conquistar la actual México con tan solo 400 hombres… y todos los jefes de las demás tribus que se pusieron a sus órdenes para acabar con su auténtico opresor: el azteca.

Un Imperio intolerante, donde la Inquisición campaba a sus anchas, matando a diestro y siniestro sin ningún tipo de control. Es cierto que el Santo Tribunal mandó –a lo largo de sus siglos de Historia— condenar a muerte a unas 3.000 personas. No es menos cierto, que sólo la caza de brujas desencadenada en Europa Central dio con más de 150.000 brujas quemadas en la hoguera, además de todas las “lindezas” cometidas por los protestantes contra lso campesinos o por los anglicanos contra los católicos en Reino Unido. Comparativamente menor fue nuestra experiencia, pero con una fama aumentada. Lo mismo sucede con los judíos; ni fuimos los primeros ni los últimos en expulsar de su respectivo país a los hebreos, y sin embargo muchos decidieron quedarse entre nosotros, lo que viene atestiguado por el hecho de que en torno a un 20% de la población española tiene sangre judía.

Un imperio acientífico y anticuado, infestado de superchería. ¿Cómo es posible que una civilización acientífica se echara a la mar alejándose de las costas conocidas, adentrándose en la mar ignota? ¿Cómo pudieron hacerlo sin conocimientos básicos de navegación? Esto por no hablar de las letras y las artes. Como se ve, esta acusación tampoco se sostiene.

Un Imperio esclavista, cuando fue la Reina Isabel la Católica la que ordenó que se tratase por igual a aquellos súbditos suyos de allende los mares; cuando fue la Escuela de Salamanca la que teorizó sobre los Derechos Humanos, afirmando la igualdad radical de los seres humanos. Por lo tanto, no podían esclavizar a los nativos americanos, aunque sí se «hizo la vista gorda» con los esclavos provenientes de África, continente esclavizado por otros imperios. Esclavistas fueron los franceses, británicos, belgas, portugueses, holandeses,… y algunos ciudadanos españoles sí se enriquecieron con el tráfico de esclavos.

Ahora bien, cabría preguntarse, si no es verdad nada de lo que se dice, si como mucho son defectos reales inflados por exageraciones, ¿por qué se dan? ¿Quién se beneficia de ello? Parece bastante evidente que cuando no puedes derrotar a tu enemigo militarmente, tienes que hacerlo por la guerra comercial y/o por la guerra cultural. Es suficiente con mirar la Historia para descubrir quién se benefició de denigrar nuestra labor en América y Asia para darse cuenta de quien trabajó más por difundir esa sarta de mentiras: Países Bajos y Reino Unido.

Nuestros héroes son de carne y hueso, los de Hollywood no. ¿Por qué no se produce decenas de películas cada año ensalzando las glorias de nuestros antepasados? Lo más lamentable, para Gil Ibáñez, no es sólo que se acuse a España de barbaridades sin fundamento, sino que además se ha trabajado para que los españoles mismos nos las creamos, se nos oculte la verdad y trabajemos por difundir los errores.

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