Anna Burgstaller
La senda evoca la profunda relación entre dos continentes separados por el Estrecho de Gibraltar. Su fascinante recorrido gira en torno a una encrucijada estratégica, en la que África y Europa se miran casi tocándose y comparten los cimientos de las míticas Columnas de Hércules.
Arcos de la Frontera, Antequera, Ronda o Málaga. Paradas obligadas en la Ruta de los Almorávides y Almohades. Dos dinastías que forjaron grandes imperios en el Norte de África y la Península Ibérica entre los siglos XI y XII. Y una de las sendas más bellas y extensas que brinda el territorio andaluz para recuperar parte de ese legado.
La Fundación Pública Andaluza mantiene vivo el empeño de conservar estos caminos con el fin de recuperar los siglos de historia bajo dominio musulmán. Un itinerario cultural que permite redescubrir el trazado que antaño hicieron bereberes musulmanes para conquistar España.
Los días claros permiten divisar Marruecos desde Tarifa. Son tan sólo 14 kilómetros los que separan a ambos continentes. Por el Estrecho de Gibraltar cruzaban -entre los siglos XI y XIII- los Almorávides procedentes de África para adentrarse en la península. Su andadura empezaba en la costa gaditana, dejaba Tarifa y Algeciras atrás y avanzaba por las provincias de Málaga y Cádiz. Transcurría por pueblos costeros, blancos, de campiña y de sierra y orientaba los pasos hasta llegar a Ronda, para coronar, finalmente, la insuperable belleza de Granada. Todo ello con el firme propósito de defender la España musulmana de la amenaza cristiana.
La huella del pasado deja tras de sí pueblos con una rica herencia artística y monumental. Castillos, torres, murallas y fortalezas. Restos de construcciones andalusíes que sorprenden en las poblaciones que dibuja la ruta.
En total, unos 400 kilómetros para recorrer sin prisa, empaparse de cultura y disfrutar de un paisaje singular que se abre paso por carreteras estrechas y solitarias que rebosan belleza. Y a cada paso, una leyenda y exquisita gastronomía de marcado acento campero bañada por caldos excepcionales que ayudan a tomar aliento.
Una joya en plena ruta (Parador de Arcos de Frontera)
A unos 30 kilómetros de Jerez, en pleno casco antiguo, el Parador de Arcos de la Frontera se erige como lugar ideal para trazar la ruta.
Su maravilloso enclave invita a recorrer las calles empedradas y empinadas del pueblo, de casitas blancas y gran riqueza vitivinícola.
Declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional, es uno de los pueblos más bellos de Andalucía.
Puestas de sol de ensueño (Parador de Antequera)
Una de las paradas más relevantes de la Ruta conduce, sin duda, al Parador de Antequera. Un edificio histórico que destaca por la modernidad y frescura de sus líneas arquitectónicas.
Su decoración minimalista y su piscina invitan a la relajación con espectaculares puestas de sol sobre la vega antequerana y la Peña de los Enamorados, que embellecen el singular paisaje andaluz.
Ronda, histórica y monumental (Parador de Ronda)
De la era islámica, Ronda es una de las villas que mejor conservan su legado. Ciudad histórica y monumental, da cobijo a un imponente parador con maravillosas vistas al río Tajo.
Ubicado en el centro de la ciudad, levantado sobre la antigua casa consistorial, el parador invita a un sosegado paseo por la antigua medina árabe en la orilla del río Guadalevín, cruzar el Puente Nuevo y seguir por la Alameda del Tajo. Una delicia para no olvidar.
Deporte con vistas al mar en el Parador Málaga Golf
En el tramo final del itinerario cultural, a escasos diez kilómetros de Málaga, se encuentra el Parador de Málaga Golf, junto al campo de golf, con vistas directas al mar Mediterráneo y acceso directo a una magnífica playa.
Compuesto por bungalós distribuidos en 3 edificios, sus habitaciones son amplias, confortables y ofrecen espectaculares vistas sobre el mar. Además de su gran piscina redonda, que hace las delicias de pequeños y mayores.