Los hechos sucedieron hace casi tres años, pero fueron dados a conocer la semana pasada por el diplomático y escritor Enrique Criado, consejero de la Embajada de España en Canberra entre 2012 y 2015 y que justamente en estas fechas acaba de publicar su segundo libro, El paraguas balcánico.
En 2014, recordó Criado a través de su cuenta de Twitter, la Embajada acababa de heredar “un proyecto cultural con poco fuste, la típica exposición de paneles que nadie lee, sobre un misionero gallego llamado Rosendo Salvado (nacido en Tui en 1814 y fallecido en Roma en 1900)”.
“La vida de Rosendo Salvado daba para una novela -viajó por medio mundo, fundó una comunidad y era pianista-, pero la exposición era muy pobre y a las autoridades australianas tampoco les entusiasmaba por políticamente incorrecta la idea de la evangelización de aborígenes”, prosiguió.
La solución al problema llegó en octubre de aquel año, cuando se incorporó a la Embajada el también diplomático, doctor en filosofía y director de cine César Espada. “En cuanto el proyecto cayó en manos de César, su intención fue darle un toque más actual, vincularlo con la España de hoy”, recordó Enrique Criado.
“¿Y si traemos a Rosendo?”, propuso Espada, citado por Criado. “Contra todo pronóstico, dieron luz verde el embajador, la dirección de asuntos culturales y hasta los australianos”, pero “faltaba Rosendo”, a quien aún había que convencer para que accediera a viajar hasta las mismísimas antípodas para dar un concierto ante la tumba del misionero gallego en la abadía de Nueva Nursia, fundada por el propio Rosendo Salvado en 1846.
“Rosendo convocó en un bar a César para decirle que no, pero al escucharle le dijo: ‘cuanto más loco suena esto, más ganas tengo de ir. Cuenta conmigo’”, agregó Criado. “Al cabo de un año y pico”, Rosendo aterrizó en Australia, donde en abril de 2016 dio un concierto en Canberra y otro en Nueva Nursia.
Aparte, durante sus actuaciones, en las que «ofreció una master class«, el rockero madrileño «flipó con las bandas locales que versionaron sus temas» y pudo conocer a un monje australiano que era músico y que se puso a tocar sus clásicos al órgano. «Se lo acabaron llevando a un antro de Perth, donde tocó con el hábito y todo».
“El propio Rosendo reconoce que entre todos los tumbos que le han deparado sus cuatro décadas de carrera éste fue el más surrealista”, añadió Enrique Criado. Las actuaciones del cantante de Carabanchel en Australia fueron recogidas por el propio César Espada en un documental que ha sido exhibido en varios festivales.
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