La embajadora moldava, Violeta Agrici, contó a los asistentes la leyenda del Martisor. Foto: Tatiana Chiriac.
Juan David Latorre. 03/03/2018
La embajadora de Moldavia, Violeta Agrici, celebró el pasado miércoles la fiesta del Martisor, una ancestral tradición dedicada a dar la bienvenida de la primavera y que el 6 de diciembre de 2017 fue incluido en la lista del Patrimonio Cultural y Material de la Humanidad de la Unesco.
“Esta fiesta, señaló la embajadora, que se comparte con Rumanía, Bulgaria y un área de Macedonia, es un evento muy especial para nosotros. Dos hilos trenzados, rojos y blancos, simbolizan el renacimiento de la naturaleza, el amor a la vida y la alegría de vivir. Un amuleto conductor contra las enfermedades y las desgracias. Incluso, el martisor se ataba los animales domésticos para protegerlos contra el mal de ojo”.
En el acto se exhibió un gran muestrario de martisors, ropa y utensilios característicos de Moldavia.
“Anteriormente –prosiguió Violeta Agrici-, las mujeres lo confeccionaban para los niños y los jóvenes. Hoy día, se ofrecen a los padres, a los niños, a los seres queridos y a los amigos y se lleva con la alegría del paso del invierno a la primavera. La tradición ancestral manda llevar el martisor desde el 1 de marzo hasta el último día de ese mismo mes. Y después colgarlo en un árbol muy florido para dar suerte y que se cumplan los deseos pedidos”.
Diversas personalidades acudieron a la entrañable y festiva cita, entre ellos los embajadores de Eslovenia, Serbia y el encargado de Negocios de Blangladeh.