Luis Ayllón
Editor de The Diplomat in Spain
En las últimas décadas, los asuntos que se refieren a Cuba han sido en España con bastante frecuencia un asunto de política interna. Las relaciones con la isla han fluctuado entre el acercamiento y el enfriamiento, según quien gobernara en España, porque en Cuba siempre eran los mismos: los hermanos Castro.
No creo que haya un país al que los españoles se sientan más cercanos y, por eso, lo que allí sucede no nos deja indiferentes. Los hay que, sorprendentemente, se encuentran tan satisfechos de cómo le van las cosas a la isla que la ponen como modelo, porque de lo que se trata es de defender la Revolución cubana, de utilizarla como un estandarte contra los modelos occidentales de economía de mercado. Un “ejemplo de dignidad” lo llaman los nuevos comunistas, entre otras razones porque sólo pueden esgrimir ese argumento, aderezado con el viejo tópico de que el castrismo consiguió grande avances en sanidad y en educación, como si eso no fuera una realidad en muchísimos otros países, y sin tener que pagar el peaje del adoctrinamiento desde la infancia.
Sin embargo, dejando de lado a los nostálgicos del fracaso comunismo y a los pocos que todavía tiene aquella idílica imagen de los primeros tiempos del comandante recién fallecido, la mayoría de los españoles no cambiaría aquel régimen por el que disfrutan en España. Los resultados de casi 60 años de castrismo no son precisamente para ponerlos en un escaparate: régimen de partido único, ejecuciones y encarcelamientos de disidentes, ausencia de libertades fundamentales y una economía deteriorada hasta el extremo como consecuencia de la aplicación de criterios marxistas mucho más que del cacareado embargo de Estados Unidos.
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«España no puede estar ausente de Cuba ni tener una presencia limitada a causa del castrismo»
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La muerte de Fidel Castro puede que cambie pocas cosas en la isla y que aún haya que esperar algún tiempo para ver una Cuba en libertad, pero, mientras, hay algo claro: España no puede estar ausente de Cuba o tener una presencia limitada como consecuencia de las características del castrismo. Si mantiene relaciones estrechas -políticas y económicas-, con otros regímenes autocráticos en los que el respeto de los derechos humanos brilla por su ausencia, no sería comprensible que no las hubiera con un país con el que tantos lazos nos unen.
Eso es algo que cualquier Gobierno de España debe tener claro, más allá de la consideración, no menos importante, de que el hueco que dejáramos nosotros sería cubierto por otras países, como se ha visto con las frecuentes visitas realizadas a la isla por mandatarios extranjeros de nuestro entorno, en cuanto se anunció el restablecimiento de relaciones entre Washington y La Habana.
España ya ha hecho el gesto de condonar casi 1.500 millones de euros de la deuda cubana con nuestro país y varios ministros han viajado a La Habana en los últimos dos años, para tratar de aumentar la presencia de las empresas españolas allí, muy importante ya en algunos sectores como el turístico. Pero queda aún pendiente la realización de una visita que los cubanos esperan desde hace tiempo: la de los Reyes de España. Don Juan Carlos y Doña Sofía estuvieron en Cuba en 1999 con motivo de la Cumbre Iberoamericana celebrada allí y aprovecharon para hacer un breve recorrido por La Habana Vieja, pero resta por llevar a cabo una visita de Estado.
Cuba es el único país de la América Hispana que no han visitado los Reyes con carácter bilateral y sería bueno que los gobiernos de los dos países se pusieran de acuerdo y que Raúl Castro entendiera que para que la visita se lleve a cabo no debe pretender poner limitaciones a la actuación de Don Felipe en la isla, incluidos posibles contactos con los disidentes.
28/11/2016. © Todos los derechos reservados