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OPEP: las cuentas del cártel

 

Gonzalo Escribano

Director del Programa de Energía del Real Instituto Elcano

 

La OPEP lo ha vuelto a hacer. Después de rebajar las expectativas en los días previos a la reunión informal de Argel, acabó acordando alcanzar un acuerdo en otra reunión, ésta formal, convocada para noviembre. Poco importó el escepticismo mostrado por los analistas ante la huida hacia delante del cártel por la falta de concreción y su escasa reputación acerca del respeto a las cuotas o límites que aprueba. Los precios del petróleo se dispararon inmediatamente un 6%, aunque no llegaron a superar los 50$ alcanzados durante el verano. Una vez más, a la OPEP le ha bastado con amagar el golpe para mover las expectativas de mercado sin que realmente haya decidido nada todavía.

 

Lo primero a destacar de los resultados de la reunión de Argel es, por tanto, que está por ver que la OPEP pueda acordar con éxito un recorte de producción para noviembre. Segundo, llama la atención la imprecisa duración y magnitud del recorte anunciado en la producción conjunta de sus miembros, que pasaría de los actuales 33,2 millones de barriles diarios (mbd) a “entre 32,5 y 33,24 mbd”, es decir una reducción entre  700.000 y 240.000 barriles diarios, un rango muy amplio como para evaluar un impacto. En su último informe sobre el mercado del petróleo, la Agencia Internacional de la Energía estimaba que el mercado está sobreabastecido en unos 400.000 barriles, por lo que sólo si el recorte se produjese en el rango más alto propuesto sería capaz de reequilibrar el mercado.

 

Si se decidiese un recorte y éste se situara en el rango medio-alto del propuesto, todavía quedaría acordar cómo se distribuye entre los miembros. Este tercer aspecto relacionado con el reparto de los costes es el más complicado de resolver, puesto que en las posiciones de los países miembros nada es como parece. Arabia Saudí se ha ofrecido a reducir su producción (en niveles récord superiores a los 10,6 mbd) hasta 350.000 barriles, por lo que todo lo demás deberá venir de reducciones de otros miembros. La aparente generosidad de Riad debe matizarse por el hecho de que la demanda de petróleo en Arabia Saudí cae cerca de medio millón de barriles diarios cuando tras el verano se apagan los aires acondicionados y, en consecuencia, una reducción de la producción saudí del calibre ofrecido no ayudaría gran cosa al reequilibrio del mercado mundial.

 

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La OPEP acuerda en Argel una reunión formal en noviembre para poner un techo a su producción

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Finalmente, hay tres países que están lejos de sus niveles máximos de producción: Irán, Irak, Nigeria y Libia. Irán no sólo no está dispuesta a recortar su producción, sino que quiere alcanzar el nivel previo a las sanciones. El país está produciendo más de 3,6 mbd y quiere alcanzar los 4 mbd en el corto plazo y los 4,4 mbd conforme las inversiones extranjeras en los proyectos de su sector energético vayan entrando en producción.

 

La propuesta saudí a Irán de establecer un techo a su producción de 3,7 mbd parece difícil de aceptar, especialmente si como espera Teherán para noviembre puede estar por encima de esas cifras. Irak está también produciendo en máximos (casi 4,4 mbd) y no es previsible que renuncie a los aumentos de producción que le reportarán los proyectos recientemente acordados con varias compañías extranjeras.

 

Nigeria, afectada por el rebrote de violencia en el Delta del Níger, ha perdido casi medio millón de barriles diarios en el último año, por lo que sólo su recuperación ya casi anularía el recorte propuesto. Y algo semejante le ocurre a Libia, que podría sumar esos 700.000 barriles si se estabilizará la situación del país y se permitiera recuperar la actividad en los campos y las terminales de exportación.

 

En suma, la OPEP podría haber hecho más, pero al menos sigue dando tenues señales de vida y avisando de que en caso necesario podría tomar la decisión de levantarse y andar. En la reunión informal de Argel difícilmente podría haber obtenido más con menos, pero en noviembre deberá honrar las expectativas levantadas si no quiere que su momentáneo éxito se torne en debacle, como ha venido ocurriendo en las reuniones previas a la de Argel. Cuando se apague el eco de las declaraciones de los ministros es cuando verdaderamente empezará el trabajo para forjar un acuerdo creíble y asumible para todo. La próxima cita en noviembre, en Viena.

 

 

Luis Ayllon

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