Antonis Klapsis
Profesor adjunto en la Hellenic Open University
En la vida política de Grecia, 2015 había sido un año triunfal para la Coalición de la Izquierda Radical (conocida comúnmente por su acrónimo SYRIZA) y su líder Alexis Tsipras, ya que fueron capaces de ganar dos elecciones (en enero y septiembre) y un referéndum (en julio). Sin embargo, tan sólo un año después de su última victoria, tanto SYRIZA como Tsipras se encuentran en una posición muy difícil.
El gobierno de Alexis Tsipras está obligado a aplicar el acuerdo de rescate que firmaron en verano de 2015. Como parte de este acuerdo, se estableció un nuevo conjunto de severas medidas económicas. A pesar de las promesas del gobierno, se han añadido nuevos impuestos, se han aplicado recortes adicionales a las pensiones y la recesión se ha hecho endémica. La incapacidad del gobierno para encontrar soluciones a los grandes problemas del país está acompañada del profundo amateurismo de la mayor parte de los miembros del Gabinete, así como su rechazo a las reformas que han tenido que aplicar según lo establecido en el acuerdo de rescate.
Como resultado, la popularidad del gobierno ha disminuido de forma drástica. Según las últimas encuestas, la opinión pública griega está inmensamente descontenta con el gobierno, no cree que el país vaya en la dirección correcta y teme que el futuro pueda ser incluso peor. Curiosamente, hasta la mayoría de los votantes de SYRIZA comparte la misma opinión. Por tanto, no es sorprendente que, de acuerdo con las mismas encuestas, SYRIZA se encuentre entre 7 y 12 puntos por detrás del principal partido de oposición, Nueva Democracia. Prácticamente todos los analistas políticos predicen que, en el caso de unas nuevas elecciones, SYRIZA será derrotado.
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Tanto SYRIZA como Tsipras se encuentran en una posición muy difícil
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La situación parece ser mejor para Nueva Democracia. Casi inmediatamente después de la elección de su nuevo líder, Kyriakos Mitsotakis, el partido ha afianzado progresivamente el primer puesto en las encuestas. Sin embargo, las cosas tampoco están fáciles para Nueva Democracia, ya que sus porcentajes permanecer casi iguales a los que el partido obtuvo en las elecciones de enero y septiembre de 2015.
En pocas palabras, Nueva Democracia no figura el primero porque esté ganando, sino porque, básicamente, SYRIZA está perdiendo. A estas alturas, el problema más delicado para el señor Mitsotakis es convencer a aquellas personas que no habían apoyado a Nueva Democracia en las últimas elecciones para que voten al partido en las siguientes. Esto no es una tarea fácil, ya que muchos griegos siguen culpando a la antigua clase política –incluyendo a Nueva Democracia– por todo lo malo que Grecia ha estado sufriendo durante ya casi siete años.
Es muy probable que cuanto más tarde se celebren estas elecciones, más alto sea el porcentaje de voto a Nueva Democracia. No obstante, el desafío final no es sólo ganar las elecciones, sino cambiar la situación una vez llegue al gobierno, ya que Grecia –al igual que Teseo, el antiguo héroe griego– está atrapada en el laberinto de un círculo vicioso provocado por la actual crisis económica. El Minotauro de la recesión aún tiene que ser vencido: hasta ese día, el gobierno actual del señor Tsipras ha sido totalmente infructuoso al respecto. En el antiguo mito griego, Teseo logró escapar del laberinto usando el hilo de Ariadna: hoy día, este hilo es indudablemente el retorno de Grecia al crecimiento, pero no hay ninguna Ariadna a la vista”.
Este artículo ha sido publicado originalmente en FAES