Javier Fernández Arribas
Director de Atalayar
Es muy triste, patético e ignorante que cada 12 de octubre haya una minoría que consiga dar la impresión de que una mayoría está en contra de la celebración de ese día como Fiesta Nacional de España y de todos los españoles. Y eso que la fiesta que nos hemos dado democráticamente por consenso de todos los partidos políticos no conmemora una victoria militar o una derrota como hacen curiosamente los nacionalistas catalanes; se celebra el descubrimiento del Nuevo Mundo, un acontecimiento que cambió la historia de la Humanidad.
En España, somos tan Quijotes que ni siquiera hemos sabido, querido o podido contrarrestar la leyenda negra que nos montaron ingleses, americanos y los de Flandes con la colonización española en América Latina. Un mestizaje que ya hubieran deseado en África o Asia de franceses, británicos y holandeses. Habría que tomar ejemplo de cómo celebran los norteamericanos el Columbus Day y poner nosotros a trabajar la maquinaria imprescindible de comunicación que pondría a España y a los españoles en una dimensión adecuada de la trascendencia y relevancia de todo lo Iberoamericano.
Y hablo de comunicación porque desde el Gobierno socialista de Felipe González se construyeron las Cumbres Iberoamericanas con el apoyo fundamental de la Corona y su enorme prestigio americano, incluidos los Estados Unidos, que representaron un paso político cualitativo y un respaldo a la acción empresarial de grandes, medianas y pequeñas empresas españolas, la cooperación en todos los sectores y el acervo histórico y cultural imborrable de varios siglos. Los medios de comunicación crucifican frívolamente, en general, esas cumbres. Ni Felipe González, ni José María Aznar, ni José Luis Rodríguez Zapatero, ni Mariano Rajoy se han atrevido a montar, con la dotación económica y profesional necesaria, con los patrocinios correspondientes y con el objetivo claro de poner en valor España, lo español y lo iberoamericano.
Creer en una identidad española capaz de superar la gran lacra de la guerra civil, de la dictadura de Franco y consolidar un presente, donde el esfuerzo de todos ha demostrado la capacidad de luchar contra crisis demoledoras, y mirar al futuro en unas condiciones sólidas, de crecimiento y de bienestar. No se trata de propaganda barata, ni clientelismo político, la clave está en realizar una labor profesional y entretenida con una comunicación ambiciosa, crítica y sin miedo que ponga en valor la identidad española. El gran ejemplo está en los Estados Unidos: cine, literatura, medios y nuevas tecnologías y redes sociales.
Este artículo ha sido publicado originalmente en Atalayar