Zaldívar toma la palabra durante el acto./Foto:TD
Eduardo González. 01/10/2016
Brasil celebra mañana unas elecciones municipales que serán cruciales para sondear de qué forma ha digerido la población el juicio político y posterior destitución de la ex presidenta Dilma Rousseff y la reciente llegada a la Presidencia de su antiguo aliado Michel Temer.
Para analizar este momento histórico, el Real Instituto Elcano y la Fundación Botín organizaron el pasado 29 de septiembre un debate en Madrid, en el que participaron Michael Reid, columnista y editor senior para América Latina de The Economist, y dos investigadores del Real Instituto Elcano, Carlos Malamud y Carlos Alonso Zaldívar.
Durante el encuentro, Zaldívar, quien fue embajador en Brasil entre 2008 y 2012, se mostró particularmente crítico con el actual proceso político que vive el país. “Ni Dilma Rousseff ni Lula (en referencia al ex presidente Luis Ignacio Lula da Silva) han sido acusados ni condenados por nada que tenga que ver con la corrupción”, aseguró.
La ex presidenta “fue destituida por una irregularidad, en la que no hubo nada de dinero, por una mayoría de parlamentarios que sí están imputados. Fue un juicio político que perdió, no un juicio por corrupción”, denunció. “En Brasil, la mayoría de los miembros del Parlamento están imputados o procesados por corrupción”, precisó Zaldívar, remitiéndose a lo que él mismo pudo comprobar personalmente durante sus cuatro años como embajador.
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Los brasileños votan mañana en las primeras municipales desde la destitución de Rousseff
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“El sistema brasileño es una copia del de Estados Unidos, pero mientras allí hay un sistema bicameral que funciona bien con sólo dos partidos, en Brasil hay 25 partidos en las dos Cámaras del Parlamento, lo cual hace imposible gobernar, ya que cada voto y cada nombramiento se compra y se vende”. Como consecuencia de todo ello, advirtió, “el sistema político brasileño necesita la corrupción para funcionar”.
A juicio del ex embajador, el presidente Temer está intentando sacar adelante un plan de estabilización sin suficiente legitimidad para ello, ya que “ni tiene base electoral ni tiene base programática, y sólo quiere crear un clima interno y externo que le arrope durante dos años para luego marcharse; de hecho, ya ha anunciado que no se presentará a la reelección.
Durante su intervención, Malamud calificó de “exageración” la idea de que la caída de la presidenta forme parte de un “complot orquestado por los poderes fácticos para quitarse de encima a Lula” de cara a sus aspiraciones a las elecciones presidenciales de 2018. “La responsable de que la coalición que ha gobernado en los últimos doce años haya saltado por los aires es la propia Dilma Rousseff”, aseveró.
Por su parte, Michael Reid admitió que, ciertamente, “no hay ninguna evidencia de corrupción contra Rousseff, pero, “políticamente, fue juzgada por negligencia”. Asimismo, advirtió de que el principal problema de Brasil es la particular política socialdemócrata que llevaron a cabo los gobiernos de Lula y Rousseff, que “incrementaron el gasto público para expandir la política social sin atacar a los privilegios corporativos de origen casi fascista”. Por ello, “el Estado es el principal prestatario en Brasil, lo cual provoca problemas de financiación”.