Montse Guasch
Psicóloga
Cuando el diplomático inicia su carrera profesional es normal que su cónyuge le acompañe a los diferentes destinos. No obstante, en un momento dado puede ocurrir que este cónyuge decida volver a su país de origen, con los inconvenientes que eso supone para la vida familiar. Desde aquí hablaremos de los principales motivos por los que el cónyuge acompañante decide volver a casa y en un artículo posterior de las consecuencias que ello conlleva.
Los motivos que suelen aducirse cuando el cónyuge vuelve a casa, están vinculados a los hijos, a la necesidad de cuidar a unos padres cada vez más longevos y enfermos o la carrera profesional del cónyuge. El detonante también puede ser una etapa conflictiva de la pareja, en cuyo caso los motivos anteriores pueden convertirse en una excusa para volver, sin ser la causa principal. Aprender a discernir los motivos reales de ese regreso ayudará a clarificar los deseos y necesidades de ambos cónyuges y a afrontar mejor esta nueva etapa.
Criar a hijos pequeños en un país extraño genera mucha soledad en el cónyuge, que se atenúa si encuentra apoyo en su pareja, ese compañero de viaje con quien comparte su cansancio y las decisiones de la vida cotidiana. Si este apoyo es escaso, el cónyuge puede tratar de suplirlo en su familia de origen o incluso plantearse criar a los siguientes hijos cerca de ellos.
Cuando los hijos se acercan a la adolescencia el matrimonio puede decidir que los chicos vuelvan a su país para darles raíces, un círculo social estable en un entorno conocido para que no acaben sintiéndose desubicados. En ese regreso el cónyuge puede decidir acompañarles para apoyarles.
La situación de los padres del cónyuge puede jugar un papel similar. Éste puede querer apoyarles en su vejez o enfermedad para devolverles parte del amor que le dieron. Como esa etapa suele coincidir con la época de crecimiento de los hijos se juntan varios motivos para volver.
La carrera profesional del cónyuge también tiene su peso. Ha pospuesto trabajar en beneficio de la carrera del diplomático y de la estabilidad familiar, pero no renuncia a retomarla cuando llegue el momento. El mejor lugar para hacerlo suele ser su propio país, pues es un entorno estable con una posible progresión laboral; y porque siempre se aspira a volver. Las nuevas generaciones de cónyuges ya no aceptan el rol tradicional de acompañantes del diplomático y piden más reconocimiento. Su formación y carrera profesional tiene mucho que ver con ello.
A todos estos motivos se puede añadir una crisis de pareja que haga pensar a los cónyuges que necesitan un tiempo de descanso o reflexión antes de decidir qué rumbo tomar. La evitación del conflicto reduce el estrés, sobre todo si el conflicto es grande, pero puede también entenderse como una negación a afrontar el problema y buscar soluciones.
Es importante que la pareja discierna conjuntamente qué peso tiene cada uno de los motivos en la decisión de volver y no utilizar excusas para camuflar los motivos reales. Hablar claro sobre la situación y las prioridades de cada uno permitirá afrontar esa división de la familia de una forma más saludable para todos.