Foto: A.R.
Pilar Latorre / World Cuisine
Alberto Rubio. 24/05/2016
Ferrán Adrià dice de ella que es “una alquimista que seduce los más exquisitos paladares con su exclusivo universo culinario”. Lo cierto es que Pilar Latorre no ha parado desde que dejó de ejercer como abogada. Ahora tiene tres “oficinas”: su casa de Madrid -donde ha impartido cursos de cocina para diplomáticas y esposas de embajadores-, su masía del Ampurdán, y el resto del planeta, por donde su empresa, World Cuisine, organiza viajes que evocan “un mundo de sensaciones”, como dice su amiga, la escritora Cristina Morató.
¿Qué significa la gastronomía para usted?
Es parte de la cultura de un país. Algunos, como Perú, están muy orgullosos de su cocina. También los tailandeses, que buscan siempre sus restaurantes donde estén, o los suizos, que cuidan muchísimo sus quesos y su chocolate. Todos estamos unidos a nuestra gastronomía, pero depende de cada país el grado de esa unión.
¿Vemos la comida foránea de acuerdo a nuestra propia cultura?
Claro. Puede que un noruego tenga menos prevenciones para probar la comida española que un chino por proximidad cultural. Cuanto más abiertos estemos a otras culturas, más valoraremos su gastronomía.
¿Una buena cena facilita las relaciones políticas?
Ante una buena comida es más fácil entablar relaciones diplomáticas o políticas. Creo que nuestros políticos deberían reunirse más a almorzar para discutir sus diferencias. La comida une y facilita la conversación, la distensión y el acercamiento.
¿Las embajadas promocionan bien su cultura gastronómica?
Creo que no siempre. No concibo que en algunas recepciones, con motivo de una fiesta nacional, se sirvan canapés, digamos, estándar, y no platos del país anfitrión. Incluso debería haber alguien que explicase a los invitados sus tradiciones, culinarias y culturales. En una reunión de las Damas Árabes a la que asistí cada embajada preparó sus propios platos. Ésa debería ser la norma porque es una gran oportunidad para fomentar el conocimiento del país.
¿Se lo ha planteado a algún embajador?
No me ha dado tiempo porque cambian enseguida de destino.
¿A los diplomáticos les gusta “pasar” del protocolo a veces?
¡Seguro! Ellos, como cualquiera, valoran mucho algo más personal. Que los invites a tu casa y que puedan charlar distendidamente. Yo he tenido cenas así y se trata de que todo el mundo se sienta cómodo, que los recibas como vives, con naturalidad.
¿La “Armada” de cocineros españoles es una de nuestras mejores embajadas?
Sí. Han revolucionado la gastronomía, pasando de lo tradicional a la innovación con muchísimo trabajo. Tenemos a Ferrán Adrià, que ha sido el pionero y ha creado escuela, pero también a Joan Roca -dos veces el mejor chef del mundo-, Carmen Ruscalleda… Y me dejo a muchos por mencionar. Algunos de ellos vienen de orígenes humildes y son unos artistas geniales. Admiro su creatividad.
¿Les hemos apoyado lo suficiente?
Es cierto que a veces no valoramos lo propio. Algunos son muy cercanos. Joan Roca me dio una vez su tarjeta. ¿Sabes lo que pone en ella? “Cuiner”, cocinero en catalán, así, sin más… Y ése es el mejor chef del mundo.
¿Qué diferencia a la cocina española de otras?
Que nuestros cocineros son muy creativos y arriesgados. Han hecho un buen camino y con criterio. A la hora de vender imagen de marca y de país, la exquisitez es muy importante.
¿Está todo inventado en los fogones?
Ferrán siempre dice que sí. Está obsesionado con quién inventó la tortilla. Dice que ése sí que fue un genio. Pero yo creo que todavía hay campo para la creatividad.
¿Donde nos recomendaría ir a cenar esta noche?
A algún sitios que se salgan de lo normal. Hay que buscar algo divertido, que demuestre originalidad, que sorprenda y emocione además de calidad en la elaboración. Se trata de disfrutar, de pasar un rato inolvidable. Que no sólo sea comer, que sea una experiencia. La comida entra por los ojos. Y si te gusta lo que ves, empiezas a disfrutar con el resto de los sentidos.
SUS FAVORITOS
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[box style=»0″]UN LUGAR
«El Ampurdán, lugar donde tengo una masía y paso mis ratos de ocio».
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[box style=»0″]UN LIBRO
«“El cielo protector”, de Paul Bowles».
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[box style=»0″]UN PLATO
«Unas gambas súper frescas, pero me gusta la variedad, probar cocinas de todo el mundo».
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