Foto: EXFERA
Tamara Fariñas. 14/04/2016
Uno de los ejemplos más recientes de la importancia de la diplomacia digital ha sido el tuit que el Ministerio de Asuntos Exteriores publicó, a propósito de los atentados de Bruselas, con el teléfono de emergencia consular en la capital belga.
En este contexto, el ministro de Exteriores en funciones, José Manuel García-Margallo, aboga por seguir adaptando el servicio público al complejo entorno de lo digital.
El mencionado tuit, con el número de teléfono al que deberían dirigirse los familiares de afectados en los atentados del 22 de marzo, fue retuiteado por más de 7.000 personas en tres horas. Logró alcanzar a miles de personas en mucho menos tiempo de lo que podría haberlo hecho la diplomacia tradicional.
#Bruselas, si tú o tu familia estáis afectados directamente, llama al teléfono de Emergencia Consulado España en Bruselas +32 2 509 87 46
— Exteriores (@MAECgob) 22 de marzo de 2016
En la presentación del libro La diplomacia española ante el reto digital, Margallo aseguró que en materia diplomática es necesario renovarse, ya que «la transparencia, la eficacia y el servicio al ciudadano son objetivos que necesitan del canal adecuado para llegar al público». De hecho, en el propio libro, el ministro asegura que uno de los objetivos de esta modernización es, además de agilizar los servicios diplomático y consular, ser referente en diplomacia digital en español.
«Si Twitter, Facebook o Instagram fueran países, hoy se encontrarían entre los más poderosos y poblados del planeta», afirmó Margallo en la presentación, antes de explicar que una de sus preocupaciones ha sido «convencer a los jefes de Misión» de la necesidad de «trasladar a lo virtual lo que somos en el mundo real«.
Si bien España sigue sin estar a la cabeza en los ranking de diplomacia digital, su posición es significativamente positiva, ya que en poco tiempo ha logrado introducir a 108 embajadas, 44 consulados y nueve representaciones permanentes en las redes sociales.
Para Margallo, «la diplomacia digital ha avanzado gracias al impulso de los propios funcionarios, que vieron en ella un cauce de progreso y modernización en el que ya estaban inmersos otros servicios diplomáticos», y en este aspecto es importante el papel de Ignacio Ybáñez, secretario de Estado de Asuntos Exteriores, y uno de los funcionarios más activos en redes sociales y quien, precisamente, ha escrito en este libro un capítulo para explicar su experiencia en Twitter.