De izquierda a derecha, Alberto Garzón (IU); Pablo Iglesias (Podemos); Pedro Sánchez (PSOE); Albert Rivera (Ciudadanos); y Mariano Rajoy (PP).
Cristina de la Hoz. Madrid
Con el arranque del curso, España se enfrenta a unos meses trascendentales en los que se pondrá a prueba su resistencia territorial como país además del modelo político que se generó en la Transición.
Dos citas electorales están marcadas a fuego en los próximos meses. La primera ya tiene fecha, el 27-S, día de las catalanas, que Artur Mas ha convertido en plebiscitarias sobre la independencia. La segunda serán las duodécimas elecciones generales de la democracia, a finales de año, que tienen mucho de intento de revisionismo del actual modelo político.
PP, revalidar la victoria
El Partido Popular afronta ambas citas como si se tratara de una sola. En Génova hablan de “nacionalizar” la campaña catalana, planteada como la primera fase de las generales, con una presencia constante de Rajoy y el llamado “discurso de la verdad”, esto es, intentar desmontar el mensaje victimista que ha construido el nacionalismo. Quizá un poco tarde para una tarea que debiera haberse acometido hace años. No quieren extrapolar el resultado que consigan el 27-S. Los sondeos les auguran un fuerte descenso en las autonómicas que no se comparece con el camino ascendente que experimentan para las legislativas.
En el escenario nacional, Rajoy asume que esta vez no basta sólo con ganar las generales sino sacar un porcentaje que le permita generar mayorías parlamentarias. Por primera vez en democracia no es descartable una “alianza de minorías”, en este caso, en torno al PSOE para formar un gobierno de izquierdas.
PSOE, aleja el fantasma de PASOK
Los socialistas viven en Cataluña su habitual esquizofrenia. Miquel Iceta, su candidato, ha dado el gran paso de renunciar al “derecho a decidir”, pero, al tiempo, mete a populosos ayuntamientos como Castelldefels en la Asociación de Municipios por la Independencia, lo que ha abierto una crisis con Pedro Sánchez. Los socialistas catalanes pueden verse desplazados del segundo al cuarto puesto de ranking y no han aclarado si estarían dispuestos a alcanzar un gran pacto constitucionalista con PP y Ciudadanos.
Todo ello distorsiona en buena medida el mensaje nacional de Sánchez, aunque puede apuntarse el mérito de haber sacado al PSOE de la zona de peligro en que se encontraba hace apenas un año, cuando se alertaba del riesgo de acabar como el PASOK griego, subrayan en Ferraz. Muy al contrario, el PSOE va avanzando en los sondeos, reforzándose como segunda opción e incrementando sus posibilidades de llegar al gobierno con alianzas de izquierda.
Podemos, el “ahora o nunca” de Iglesias
Quizá su gran ventaja estratégica sea la indefinición en cuestiones ahora vitales como la unidad de España. Podemos navega en la indeterminación de muchos de sus postulados, pero su más que considerable descenso en los sondeos no es tanto atribuible a eso como a sus alianzas locales y autonómicas, a la deriva de referentes como Syriza y a cierta recomposición de PP y PSOE.
No le importan tanto a Iglesias las catalanas, a pesar de su trascendencia, como la generales. Queda por despejar si, finalmente, se verá forzado a aceptar una lista de unidad de la izquierda y si está dispuesto a quedarse en su escaño ejerciendo la oposición o apuntalando un Gobierno del PSOE desde la fuerza de sus 35 escaños y el 15 por ciento del voto que le dan los sondeos, muy lejos del camino triunfal hacia el poder que auguraban hasta hace no mucho.
Ciudadanos, un escenario propicio para Rivera
Es el ejemplo más palmario de cómo las catalanas y las generales están íntimamente ligadas. Si se cumplen los pronósticos y Ciudadanos se convierte en la primera fuerza constitucionalista catalana, Albert Rivera llegará reforzado a las generales. Rivera quería, necesitaba, estas elecciones autonómicas dado que donde mejor se mueve es en el terreno de la defensa de la unidad de España. No se conforma con el 10 u 11 por ciento de los votos en las generales, aunque ello le permita ser determinante en la gobernabilidad del país. Se da por hecha una alianza con el PP tras las generales si ambas formaciones suman, aunque Rivera puede pedir la cabeza de Rajoy como condición “sine qua non” para ese pacto.
Izquierda Unida, sobrevivir
“Aguantar” y “sobrevivir” es la estrategia de IU y, a tenor del nerviosismo de Podemos por su bajada en las encuestas paralelo al tímido ascenso de la formación de Alberto Garzón, parece que funciona. Iglesias sí ha aceptado ir de la mano de la “marca” catalana de IU, Iniciativa, a las elecciones “plebiscitarias”, no así a las generales, o no por el momento. A estas alturas, IU debería ser una formación desaparecida en combate, pero Podemos no parecía contar con su capacidad para resistir. No sería la primera vez que sienta en el Congreso dos o tres diputados y a las siguientes elecciones recupera el terreno perdido.