Susanne Gratius
Investigadora Asociada FRIDE, Profesora de Relaciones Internacionales, Universidad Autónoma de Madrid
La segunda Cumbre entre la CELAC y la UE el 10 y 11 de junio en Bruselas terminó sin pena ni gloria. Faltaron encuentros históricos (comparable a la reunión entre Obama y Castro), visiones, ideas y compromisos vinculantes. Es cierto que Europa y América Latina probablemente nunca hayan tenido relaciones tan intensas como en la actualidad, pero no es menos cierto que estos lazos son dispersos.
Salvo la Fundación EU-LAC no hay instituciones comunes y falta una visión de conjunto que permita traducir la estrecha red de cooperación a todos los niveles en un valor añadido para las dos regiones. Esto es necesario si la Unión Europea no quiere ceder más terreno a favor de China, que la ha desplazado como segunda fuente de importación y está elevando sus inversiones en una región que dispone de recursos naturales, estabilidad y una posición geoestratégica entre dos Océanos.
CELAC-UE II comprobó la prioridad que tienen los temas bilaterales. La polémica sobre la situación en Venezuela y las sanciones de EE.UU. contra algunos dirigentes del Gobierno de Nicolás Maduro reveló una vez más las diferencias políticas a nivel intra y extra regional. Los distintos enfoques de la UE en cuanto a Venezuela contrastan con una sorprendente armonía en cuanto a la pronta suscripción de un acuerdo de Diálogo Político y de Cooperación con Cuba, un país que en los últimos veinte años desde la aprobación de la Posición Común había sido regularmente un tema de discordia entre los países europeos. Este nuevo consenso permitió incluir una condena colectiva de las sanciones unilaterales de EE.UU. hacia Cuba y el respaldo del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Barack Obama y Raúl Castro.
Aunque el régimen cubano no es más democrático que antes, las críticas se han desplazado hacia el gobierno venezolano, que ha recibido duros reproches en una resolución del Parlamento Europeo aprobada en marzo y ha sido condenado por el ex presidente Felipe González, cuya defensa de los opositores encarcelados pone al gobierno español – que como todos los anteriores mantiene fluidas relaciones con Venezuela – entre la espada y la pared. Por estas y otras razones la Unión Europea no respaldó la condena de las sanciones de Estados Unidos contra dirigentes venezolanos por parte de la CELAC.
La Cumbre de Bruselas terminó con dos declaraciones y un Plan de Acción. En vez de acordar los 77 puntos de la Declaración de Bruselas difíciles de poner en práctica, sería mejor seguir el ejemplo de la Comunidad Iberoamericana firmando documentos más escuetos e iniciando un proceso de reformas internas. Este encuentro subrayó una vez más que quizás no tenga mucho sentido reunir a 61 países para discutir temas puntuales y llegar a acuerdos – un fondo de post-conflicto en Colombia y la eliminación de visados para Colombia y Ecuador – que pueden alcanzarse por la vía bilateral.
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«Deberían establecerse programas más adaptados a la realidad actual de América Latina»
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La segunda Cumbre CELAC-UE señaló los límites del formato inter-regional, máxime cuando la CELAC difícilmente es un interlocutor al carecer de un tratado y/ o instituciones propias, así como de una página web. La preferencia del bilateralismo – con los socios estratégicos Brasil y México, así como Cuba, Chile, Colombia, Ecuador, México y Perú – revela un nuevo modelo de cooperación a la carta. En un mundo más plural y con más opciones para América Latina, la proyección de conceptos y valores europeos como el Estado de Bienestar o la integración han perdido peso. En vez de insistir en exportar la marca europea puede haber llegado el momento de proyectarse juntos en el escenario global.
De cara a la próxima cumbre, dentro de dos años, habría que identificar aquellos asuntos donde parece factible definir posiciones comunes, ya sea en el ámbito medioambiental, la cooperación internacional o la reforma del sistema financiero internacional y presionar conjuntamente para implementar cambios que refuercen una gobernanza global eficaz.
En el plano inter-regional deberían establecerse programas más adaptados a la realidad actual de una América Latina que representa la “clase media global”. Ello incluye abrir el TTIP a América Latina, mejorar el acceso a Ciencia y Tecnología, innovación y productividad y competir con la reciente propuesta de Barack Obama de llegar a 100.000 estudiantes latinoamericanos en los EEUU. Discutir uno de estos temas y no todo el abanico de asuntos globales e interregionales podría elevar la visibilidad y la eficacia de las Cumbres entre dos regiones que siguen necesitándose.