Texto y foto: Antonio Rodríguez Portillo
Dice la leyenda que los dragones, al morir, se convertían en dragos, el árbol más conocido de las Islas Canarias. Este fósil viviente es, con todo merecimiento, uno de los símbolos del archipiélago y, quizás, el mayor tesoro de la flora española. Viendo la curiosísima forma del drago, no es de extrañar que fuese considerado por los antiguos habitantes como un «árbol divino».
En las Islas Canarias ha habido varios dragos impresionantes. El mismísimo explorador y naturalista Alexander von Humboldt se interesó a finales del XVIII por el drago que se erigía en los jardines de Franchy (la Orotava), un gigante de 25 metros de altura y 23 de perímetro (aunque sobre estas medidas hay discusiones) que desgraciadamente fue derribado por el viento en 1867.
En la actualidad, el mayor y más famoso drago se encuentra en Icod de los Vinos (Tenerife), mide 17 metros de alto y 20 de perímetro en la base. El peso de esta mole ronda las 150 toneladas sin contar las raíces. La edad de este drago ha sido muy discutida y se ha llegado a afirmar que podía tener más de cinco milenios, sin embargo, estimaciones recientes creen que su edad no pasa de los 800 o 1.000 años. Esta foto corresponde al drago que hay en el mismo Jardín de Franchy de la Orotava (Tenerife) donde vivió el famoso ‘Dracaena draco’ que cautivó a Humboldt.