The Diplomat. Madrid
Mucho se ha hablado de los viajes de José Luis Rodríguez Zapatero a países como Guinea Ecuatorial o, más recientemente, a Cuba en compañía de José Bono y Miguel Ángel Moratinos. Precisamente, este último ha provocado confusión en círculos diplomáticos al atribuir a Zapatero el cargo de “presidente de honor” de la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte (CIPM), cuando no es así.
El expresidente es “miembro de honor” del CIPM desde octubre de 2012, tal y como aparece en la web en inglés de esta organización. La presidencia la ostenta el español Federico Mayor Zaragoza y luego hay un grupo de 14 “miembros” que ejercen como tal, caso del italiano Guiliano Amato, la canadiense Louise Arbour, el norteamericano Bill Richardson o la filipina Gloria Macapagal Arroyo. El último en esta lista es Zapatero ya que su condición de “miembro de honor” le confiere un rango inferior, según aclararon fuentes de la CIPM a The Diplomat.
Otro dato incorrecto apuntado por Moratinos es que la CIPM forma parte del entramado de Naciones Unidas. En realidad, no está vinculada a ninguna agencia de la ONU y simplemente «colabora» con ella como hace con otros organismos internacionales u organizaciones como Amnistía Internacional.
Los lazos de Zapatero con la Comisión provienen de octubre de 2010 ya que se creó en Madrid siendo él presidente del Gobierno. Fue una iniciativa española «con el fin de contribuir con su trabajo a promover, complementar y apoyar toda acción cuyo objetivo sea la obtención de la abolición universal de la pena de muerte», según se indica en su página web. Precisamente, en enero de este año se trasladó la sede de la CIPM de Ginebra (Suiza) a Madrid.
El trabajo de la CIPM es apoyado y financiado por un grupo geográficamente diversos de 18 países comprometidos contra esta práctica: Argelia, Argentina, Bélgica, República Dominicana, Francia, Italia, Kazajstán, México, Mongolia, Noruega, Filipinas, Portugal, Sudáfrica, España, Suiza, Togo, Turquía y Reino Unido.