The Diplomat. Madrid
La apertura de juicio oral es la frontera para que un político abandone normalmente su cargo público. Cristina de Borbón y Grecia será la primera infanta en sentarse en el banquillo de los acusados en la historia judicial de España, una situación que incomoda profundamente en La Zarzuela por ser hija y hermana de Juan Carlos I y Felipe VI.
“La mujer del César no tiene solo que serlo, sino parecerlo. La Monarquía es una institución o forma política que se basa en el prestigio y en la ejemplaridad de una familia que tiene en sus manos la Jefatura del Estado. De ahí la actitud impoluta que se le exige. Desde el punto de vista de la democracia, su situación es insostenible”, afirma a The Diplomat un jurista experto en asuntos de la Casa Real.
¿Qué hacer en el caso de doña Cristina? La opinión pública hace tiempo que la ha condenado, independientemente del resultado final del juicio. En círculos monárquicos se pide ya sin paños calientes que la infanta renuncie a sus derechos sucesorios y no espere a ver si queda absuelta. Además, ella ya ha devuelto -casi 600.000 euros- una parte del dinero que le exige el juez. Un paso dado con el visto bueno de su defensa, de modo que implícitamente ya está aceptando una parte de su responsabilidad.
Cristina de Borbón sólo debería renunciar a sus derechos dinásticos (es la sexta en la lista), no a la de sus hijos pues nadie puede renunciar a los derechos de otros. El problema, a priori, es que exige de una ley orgánica, según el artículo 57.5 de la Constitución, tal y como se hizo para la abdicación de Juan Carlos I. Es decir, se necesitaría una comunicación al presidente del Gobierno, luego una decisión del Consejo de Ministros para terminar con una tramitación parlamentaria ad hoc en el Congreso de los Diputados.
La segunda opción que tiene doña Cristina –y por ende, su esposo Iñaki Urdangarin– es renunciar al ducado de Palma, algo que ya han solicitado las autoridades políticas de la capital balear, inclusive las del PP. Renunciar a este título sería un paso bastante más sencillo. Bastaría que ella se lo comunicase a su hermano y que Felipe VI aceptase el paso dado.
Sí que hay algo que ella nunca podrá dejar de ser. Concretamente, el ser infanta ya que no es un título, sino una condición por ser hija de Rey. Sin embargo, desde finales de 2011 está apartada de todo acto público de la Familia Real, más aún si cabe desde que su hermano fue proclamado monarca y ya no forma parte del núcleo duro de la institución.