The Diplomat in Spain

Federica Mogherini.

Darío Menor. Roma.

“Han sido ocho meses intensos. Tal vez nunca antes de este 2014 el mundo había visto tantas crisis juntas y todas de una gravedad excepcional: de Ucrania a Libia, de Siria a Irak”. Con estas palabras se despedía del Ministerio de Asuntos Exteriores italiano Federica Mogherini, la nueva Alta Representante de la Unión Europea para la Política Exterior y la Seguridad, cargo en el que sustituye a la británica Catherine Ashton.

Esos cuatro puntos calientes a los que se refería en su último día en el Palacio de la Farnesina, la sede de la acción diplomática exterior italiana en Roma, también estarán muy presentes en su nueva labor como jefa de la diplomacia europea.

Con su llegada a Bruselas Mogherini completa un año de vértigo. En noviembre de 2013 esta licenciada en ciencias políticas de 41 años era sólo una anónima diputada del Parlamento italiano encuadrada en las filas del izquierdista Partido Democrático (PD). Por entonces había completado el cambio de chaqueta que también realizaron otros muchos parlamentarios de su partido: ya era una de las “fidelísimas” del nuevo líder de la formación, Matteo Renzi, quien cuatro meses después completaría su ascenso al poder.

Un año antes las cosas eran bien distintas. Como buena parte del PD, miraba al entonces alcalde de Florencia con cierto desprecio, considerándole un ambicioso arribista. Incluso llegó a escribir en su perfil de la red social Twitter en noviembre de 2012: “Renzi necesita estudiar un poco de política exterior. Me temo que no llega a la suficiencia”.

Conforme fue tomando conciencia de las posibilidades del hoy primer ministro, Mogherini fue cambiando su actitud hacia él de manera que en diciembre de 2013 entró en la secretaría nacional del PD de la mano de Renzi, quien acababa de hacerse con las riendas de la formación tras arrasar en las elecciones primarias.

Al mismo tiempo, Mogherini asumió la responsabilidad del área de Europa y Relaciones Internacionales en el partido. El puesto que le había brindado el nuevo líder hizo que su nombre comenzara a barajarse en caso de que el joven político florentino se decidiera a desalojar del poder a Enrico Letta, hasta entonces jefe de Gobierno y también miembro del PD.

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Polonia, Estonia, Letonia y Lituania estaban en contra de su nombramiento por su visita a Moscú

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Este escenario se hizo realidad en febrero con el “golpe de Estado” de Renzi, quien se convirtió en el nuevo primer ministro al echar a Letta. Según las reconstrucciones periodísticas de aquellos días, el presidente de la República, Giorgio Napolitano, intentó que en el nuevo Gabinete permaneciera la anterior titular de Exteriores, Emma Bonnino, pero el premier se negó y acabó imponiendo a Mogherini.

En un primer momento el de ministro parecía el puesto más alto al que podía aspirar esta experta en política exterior y seguridad, casada y madre de dos niñas. Sin embargo, Renzi y el destino le tenían preparada una nueva aventura: sólo nueve meses después, Mogherini sube un nuevo escalón al tomar las riendas de la diplomacia europea.

Su último ascenso no ha estado exento de dificultades, pues Polonia, Estonia, Letonia y Lituania estaban en contra de su nombramiento. Estos países de la antigua Unión Soviética no vieron con buenos ojos su última vista a a Moscú, donde consideraron que Mogherini mantuvo una cierta equidistancia con Rusia respecto al conflicto ucraniano. También le llovieron críticas a la nueva jefa de la diplomacia europea por su inexperiencia internacional, como las que le hizo The Wall Street Journal.

El hueco que deja en el Palacio de la Farnesina la nueva Alta Representante de la Unión Europea para la Política Exterior y la Seguridad será a buen seguro ocupado por otra mujer. Se espera que Renzi desvele en los próximos días el nombre de la nueva ministra. Entre las candidatas está la desconocida y jovencísima Lia Quartapelle y Marina Sereni, vicepresidenta de la Cámara de los Diputados.