Raúl Ivars prueba para The Diplomat la aleación anti explosiones./ Fotos: A.R.
Alberto Rubio. Madrid.
Un terrorista detona el cinturón explosivo que lleva bajo sus ropas en una gasolinera. Sin embargo, sólo él resulta destrozado por la deflagración. Los depósitos de combustible, tanto los de la propia estación de servicio como los de los coches cercanos no sufren daños ni explotan. ¿Cómo es posible? Una simple malla metálica, desarrollada en España por la empresa TechnoKontrol, evita la catástrofe.
“Somos únicos en el mercado”, asegura a The Diplomat Raúl Ivars, director institucional de la firma. “Tenemos la patente mundial, somos los fabricantes y también comercializamos el producto”. “Somos Marca España en estado puro”, deja caer con cierto orgullo.
TechnoKontrol ha dedicado años a la investigación sobre este producto, el TK, que además de prevenir las explosiones en los depósitos de todo tipo de carburantes evita la evaporación de los hidrocarburos y, por tanto, también la contaminación por gases, las filtraciones, la oxidación de los tanques y elimina los depósitos de algas en los depósitos de diesel.
La aleación, que se presenta en forma de malla o de “bolas”, se puede utilizar en refinerías, gasoductos, oleoductos, automóviles, camiones, aviones, bombonas de butano, depósitos comunitarios, etc. También tiene, según sus desarrolladores, propiedades aislantes en caso de un incendio. “Si se incorpora a la paredes, por ejemplo de un hotel, dentro de una capa de yeso, crea una barrera que evita la propagación del fuego”.
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«Es una aleación de metales fundidos a distintas temperaturas. Es como la fórmula de la Coca-Cola»
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“Encima es para toda la vida, sólo resta un 1% al volumen del depósito”, añade Ivars, “y no se deteriora, ni siquiera le afectan el calor o las llamas”. ¿Y resiste más de 1.000 grados por tiempo ilimitado? Algo malo debe tener, ¿no?. Ivars insiste: “No. NI siquiera el precio. Para los beneficios que aporta es además un producto barato. Por 300 o 400 euros puedes proteger el depósito de tu coche”.
Detalle del TK, en formato de malla.
Se trata de una aleación de diferentes metales, fundidos a determinadas temperaturas. “Es como la fórmula de la Coca-Cola”, que la empresa guarda como oro en paño. «Empresas asiáticas intentaron copiarnos, pero en una prueba la explosión mató a 28 personas, lo que demuestra que es extremadamente difícil copiar este producto”, añade.
Las perspectivas en el extranjero son muy buenas, según Ivars. “Estamos ya en Marruecos, Emiratos, México, Colombia, Senegal, Mali, India, y vamos a dar el salto a Arabia Saudí».
“Y también estamos entrando en la Fórmula 1”, añade. Antes de terminar me hace una demostración “en vivo” en la cafetería de un céntrico hotel madrileño. ¿Tienes preparada la cámara?, me pregunta, y acto seguido le pega fuego a un bidón de gasolina. No hay explosión. Funciona. Puedo volver a casa.