The Diplomat in Spain

Margallo se dirige a los medios tras el resultado de la votación/Foto: MAEC

Eduardo González. Madrid

Transcurridos nueve años desde la presentación de la candidatura y después de una intensa labor de lobby a todos los niveles y de una campaña electoral e informativa valorada en un millón de euros, España ha conseguido finalmente el apoyo de la Asamblea General de la ONU para formar parte del Consejo de Seguridad durante el bienio 2015-2016.

«¡¡Hemos ganado!! España consigue el puesto no permanente en el CSNU para 2015-2016!». Estas fueron las primeras palabras colgadas ayer por la delegación española en la cuenta de Twitter del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación inmediatamente después de anunciarse la victoria española en tercera votación con 132 votos, frente a los 60 de su rival, Turquía. El otro candidato del Grupo Europa Occidental y Otros Países, Nueva Zelanda, ganó el escaño en la primera ronda, con 145 votos.

En declaraciones a The Diplomat in Spain, el portavoz socialista en la Comisión Mixta para la UE del Congreso, Juan Moscoso, expresó ayer la «alegría» de su partido por la entrada en el Consejo de Seguridad y recordó que el PSOE ha apoyado «con total lealtad y sentido de Estado». No obstante, Moscoso advirtió de que, a partir de ahora, los socialistas van a seguir presionando al Gobierno, cuya política exterior, «en los últimos tres años, no ha estado a la altura que se espera de un país como España» ni ha sido suficientemente «incisiva ni comprometida» a causa, precisamente, de su campaña para entrar en el Consejo de Seguridad.

Para España, ésta será su quinta presencia en el Consejo de Seguridad. La única intentona fallida en la historia de las candidaturas españolas fue la de 1956, con el país apenas recién ingresado en la ONU (España es miembro de la organización desde el 14 de diciembre de 1955). Desde entonces, nuestro país ha pertenecido al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas durante cuatro bienios (1969-1970, 1981-1982, 1993-1994 y 2003-2004), siempre con unos intervalos de entre diez y doce años entre uno y otro periodo.

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PSOE celebra la victoria del Gobierno, cuya política exterior «no está a la altura que se espera de España»

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Aunque España no dispone de una política exterior realmente independiente, condicionada como está por su pertenencia a la Unión Europea y a la OTAN, el hecho de formar parte del Consejo de Seguridad ayuda a incrementar el protagonismo internacional de los Estados miembros, que tienen así la posibilidad de disponer de voz y voto en asuntos relevantes relacionados con la seguridad internacional y ven incrementada su influencia en el ámbito internacional, tanto frente a las grandes potencias occidentales como ante los países del Tercer Mundo.

De entrada, la presencia en el Consejo de Seguridad situará a España en la pomada de los grandes debates internacionales, como el de la posible ofensiva militar internacional contra el Estado Islámico en Irak y Siria (ISIS), que se enfrentará al más que previsible veto de Rusia y China. En su anterior periodo, España se involucró de lleno, sin matices, en favor de la intervención, liderada por Estados Unidos, contra Irak.

Aparte, durante este próximo bienio España compartirá con Francia y Reino Unido la labor de informar al resto de la UE en las reuniones específicas que se desarrollen semanalmente sobre asuntos urgentes de interés internacional. Y no hay que olvidar que el Consejo de Seguridad deberá revisar en abril de 2015 el plan de paz para el Sáhara.

Se da además la circunstancia de que la entrada de España en el Consejo de Seguridad coincide con una etapa particularmente pobre en cuanto a la presencia española en los puestos de responsabilidad del sistema de Naciones Unidas, a pesar de seguir siendo el sexto país contribuyente de la organización.

En la actualidad, los único españoles con cargos de relevancia en la ONU son Bernardino León, representante especial para Libia; Joan Clos, director ejecutivo de ONU-Habitat; Arancha González, directora general del Centro de Comercio Internacional (ITC); y Alfredo Pérez de Armiñán y de la Serna, director adjunto del Fondo de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).