The Diplomat in Spain

El Salón del Trono del Palacio Real de Madrid ya está abierto a los visitantes./ Fotos: Elora Valbuena.

Eva Cantón. Madrid

Como los actores en el día del estreno, Pilar Benito, Conservadora del Palacio Real de Madrid, mira de reojo al público, algo nerviosa, en busca de un gesto de aprobación. Muchos visitantes ignoran que, por primera vez en treinta años, se puede entrar en el Salón del Trono.

Desde el pasado 24 de abril, el nuevo itinerario turístico del Palacio, al que se incorporan tres zonas antes vedadas, culmina en su estancia más emblemática, el escenario de los actos de Estado de mayor relevancia, como la recepción del Rey al Cuerpo Diplomático acreditado en España, la Fiesta Nacional o la celebración de la Pascua Militar.

Se llega a través de un espacio por el que tampoco antes transitaron los turistas: un balcón cerrado, un mirador privilegiado llamado Camón que permite contemplar la barroca escalera de mármol mientras trepa hacia Palacio.

Aparece enseguida la Antecámara oficial exhibiendo en las paredes flores de lis en el terciopelo de seda azul y una mesa francesa, regalo de los gibraltareños a Fernando VII en agradecimiento por la ayuda del monarca durante la epidemia de fiebre amarilla de 1828.

Después de caminar bajo ‘La apoteosis de Trajano’ de la Saleta oficial, donde comía Carlos III delante de sus súbditos, ya puede uno internarse en el Salón del Trono, vagar por las mismas alfombras festoneadas de flores que antes pisaron reyes y reinas; ver el mismo fresco de Tiépolo desplegando en la bóveda “la Grandeza de la Monarquía española”, los mismos leones encargados por Velázquez para flanquear los sillones del trono a los que en el siglo XVIII se les añadió el trozo de penacho que les faltaba porque en su origen fueron concebidos como patas de mesa.

Se acabó asomarse al Trono desde el pasillo lateral del Salón de Alabarderos para echar un vistazo fugaz y a hurtadillas; el paseo esquivo que alejaba la experiencia de apreciar los reflejos prodigiosos de los dieciséis espejos napolitanos sobre las consolas, los tapices carmesí bordados en plata y las esculturas de los Siete Planetas salvadas del incendio del Alcázar.

“La sensación que tendrá el ciudadano al estar físicamente dentro del Salón del Trono, ese gran escenario histórico donde han sucedido las cosas más importantes de la Historia de España desde el siglo XVIII, es una experiencia única”, relata José Luis Díez, flamante director de las Colecciones Reales.

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 «Un nuevo itinerario permite acceder a la estancia más emblemática del Palacio Real»

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Todo es simbólico en una estancia en la que Carlos III situó piezas que le legitimaban como rey Borbón y heredero de los Habsburgo. Hasta el mobiliario tiene la intención de dominar el tiempo y espacio gracias a los cuatro elementos, las cuatro estaciones, las cuatro partes del mundo conocido entonces.”Es toda una alegoría”, resume Pilar Benito antes de guiarnos al Salón donde los Grandes de España esperaban a ser recibidos en audiencia por el Rey.

El actual itinerario turístico del Palacio Real remata una serie de medidas tomadas a lo largo de 2013 para realzar la belleza de lámparas, jarrones, bronces, vitrinas, porcelanas y cristalerías. Entre ellas, la nueva iluminación LED, que aporta un ingrediente de ahorro y mucha luz sin riesgo para las obras de arte.

Sólo en el Comedor de Gala, inaugurado el 29 de noviembre de 1879 para celebrar el banquete de boda de Alfonso XII y María Cristina de Habsburgo, hay más de 900 bombillas repartidas en ocho lámparas que sobrevuelan una mesa infinita vestida como si los comensales estuvieran a punto de sentarse a un almuerzo de Estado.

Finalizado el periplo, el gesto de los visitantes es elocuente. “Notas la grandeza de la Monarquía española”, dice una sevillana a punto de bajar por la elegante escalera italiana. Lo que seguramente ignora es que, en un futuro, se podrá entrar también en las cocinas.