Daniele Bosio, embajador italiano en Turkmenistán arrestado en Filipinas.
Darío Menor. Roma
Desde el pasado 5 de abril se encuentra retenido en Filipinas el embajador italiano en Turkmenistán, Daniele Bosio, acusado de abusos y de tráfico de menores tras ser arrestado cuando estaba en compañía de tres niños de 9, 10 y 12 años de edad. Si es considerado culpable, puede ser condenado a cinco años de cárcel por el primer delito y a cadena perpetua por el segundo. Además, debería pagar una multa de al menos dos millones de pesos filipinos (alrededor de 33.400 euros).
Bosio, de 46 años, se encontraba en una localidad turística situada a 90 kilómetros de la capital, Manila, cuando fue detenido después de que dos activistas de la ONG “Bahay Tuluyan”, dedicada a la protección de la infancia, advirtieran a las autoridades de que mantenía una actitud “extraña y sospechosa” con los pequeños. Desde entonces está encarcelado en Binan, a 30 kilómetros de Manila, en una habitación de unos 30 metros cuadrados que comparte con otras 80 personas. Según sus abogados, en la sala no hay camas ni baños y el embajador se ve obligado a orinar en una botella. Las duras condiciones de su arresto le han hecho adelgazar más de 10 kilogramos de peso.
Las declaraciones de los niños a la Policía, desveladas por la Prensa italiana, no muestran en apariencia que Bosio mantuviera comportamientos deshonestos o violentos con ellos. Según estos testimonios, los encontró pidiendo limosna en la calle, se los llevó a comer, les compró ropa y calzado nuevo, les ayudó a que se lavaran y finalmente se fue con los pequeños a una piscina para que se divirtieran.
Lily Flordalis, presidenta de la ONG que denunció a Bosio y testigo de los hechos, reconoció que no vio al imputado cometiendo abusos, pero se mostró convencida de que violó la ley que castiga a quien acompaña y desplaza a menores de edad sin contar con una autorización para ello. Con esa normativa, el Gobierno de Filipinas ha intentado poner coto a los numerosos casos de pederastia que se producen en el país, en buena parte cometidos por extranjeros . “No tengo ninguna intención persecutoria. Creo que hice simplemente mi deber. Si todos lo hiciéramos, evitaríamos desde el inicio centenares de tragedias”, comentó Flordalis en declaraciones a varios diarios italianos.
[hr style=»single»]
«No soy un pedófilo. Sólo quería regalarles a esos niños un poco de mi tiempo», afirma Bosio
[hr style=»single»]
Aunque asegura ser “absolutamente inocente”, el propio embajador reconoce haber violado “sin saberlo” las leyes locales, pues se llevó a los niños a otro lugar sin contar con el consentimiento de sus padres. “No soy un pedófilo. Como he hecho en tantos otros lugares donde he vivido o viajado, sólo quería regalarle a ese niños un poco de mi tiempo para que se divirtieran”.
Hasta ahora se han celebrado dos audiencias preliminares en el caso del embajador, ambas retrasadas luego por la falta de pruebas. El proceso está ahora mismo estancado porque la acusación ha pedido su transferencia a Manila. Sostiene que la Fiscalía está sufriendo “presiones” que no pueden desvelarse “por razones de seguridad”, pero que amenazan la imparcialidad del juicio. Tanto la defensa como el ministerio de Asuntos Exteriores italiano, que ha suspendido temporalmente a Bosio de su cargo de embajador, han rechazado las acusaciones.