Texto y foto: Nuria Puerta Ardura
Durante este año se conmemora el quinto centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús y las numerosas poblaciones por las que pasó la religiosa en su vida nos brindan estos días multitud de oportunidades para recordarla y revivir su paso por la tierra.
Pastrana es una de ellas. En 1569, los Príncipes de Éboli, reclaman a Teresa de Jesús para fundar un convento carmelita en la villa y hasta allí se traslada, fundando dos, uno para hombres, San Pedro, y otro para mujeres, San José, siendo esta villa la única que cuenta con dos centros de esta orden.
Vivió en el Palacio Ducal durante tres meses supervisando las obras y conviviendo con la princesa, doña Ana de Mendoza, personaje destacado en la corte de Felipe II, enigmática, intrigante y finalmente condenada y recluida en su propio palacio, acusada de asesinato del secretario del Rey, con la que se enemistaría por su ligereza y frivolidad.
Las dos mujeres dejaron un profundo rastro y los recuerdos del siglo XVI nos salen al paso por las calles de la villa que se nos ofrece noble, blasonada, misteriosa.
Desde la Plaza de la Hora contemplamos el espléndido Palacio Ducal que enmarca la gran plaza de armas. La Iglesia Colegiata, erigida con anterioridad al Palacio, preside la zona alta del pueblo y contiene un maravilloso museo que alberga una bellísima colección de tapices góticos procedentes de Portugal, recientemente restaurados y totalmente recomendable.
Los Conventos Carmelitas, la Fuente de los Cuatro Caños, el Palacio Viejo, son otras de las pistas que nos ayudan a entender el siglo en el que no se ponía el sol en el Imperio Español y en el que Santa Teresa de Jesús brilló con luz propia.