Foto de grupo de los asistentes al encuentro organizado por «Bazar Me lo Pido».
D. Díaz. Madrid
“Ya estoy aprendiendo a bordar para coser la sexta estrella en la camiseta de la selección”, dice el embajador de Brasil, Paulo César de Oliveira Campos. El embajador abrió su residencia el pasado miércoles día 28 a un encuentro organizado por “Bazar Me lo Pido”, con la moda como excusa, pero sin olvidar que quedan menos de dos semanas para que comience el Mundial, en el que Brasil aspira a conseguir su sexto título, la sexta estrella que espera el embajador en el escudo de la camiseta amarilla.
Por eso en la conversación se mezclan nombres como el de Adriana Lima y Alessandra Ambrosio con los de Neymar o Marcelo. Brasil exporta modelos y futbolistas, pero le cuesta exportar moda. El mercado de un país con 200 millones de habitantes es suficientemente grande como para no tener que buscar una aventura fuera. Brasil también exporta carne, -“tenemos más vacas que personas”, dice- y mucho pollo, pero es un territorio por descubrir. Y anima a probar los pescados y los cavas brasileños.
“Brasil está de moda” parecía ser el lema de la recepción, pero el Embajador no tardó en aclarar que su país es algo más que una moda, Brasil ha venido para quedarse. “La moda pasa, se habla de moda de verano, de invierno… Por eso no me gusta”, explica. La de su país es una economía emergente, una de las primeras del mundo. “Pero eso no significa que seamos un país rico”, añade. El reto ahora es conseguir que las condiciones de vida de la población sean las mejores, algo para lo que todavía queda un largo camino.
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«El reto ahora es mejorar las condiciones de vida de la población», afirma el embajador de Brasil
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El Embajador apura su último año en España, un país al que no ha necesitado adaptarse. “Se vive mucho en la calle, como en Brasil. Eso me gusta”, afirma. Y le gusta también poder caminar por las calles de Madrid, aprovechando que reside en un entorno privilegiado, muy cerca de la plaza de Colón. Algo que no podía hacer cuando residía en Brasilia, una ciudad pensada para los coches.
Sus horarios se complican por las cinco horas de diferencia, pero reconoce que la vida diplomática ya no es la aventura que era. “Cuando estaba en Japón, en los años 80, era una complicación hablar por teléfono con mi país y los periódicos brasileños los leía con tres semanas de retraso”, asegura. Ahora internet hace todo más sencillo y Skype le permite hablar con su familia todos los días. Una familia que se reparte entre Río y Sao Paulo, igual que sus preferencias futbolísticas. Él es carioca, seguidor de Fluminense y admirador de Renato Gaúcho, aunque por su familia paulista tiene simpatía por Corinthians.
Después del cóctel, el Embajador se despide aprovechando para invitar a todos a la Casa do Brasil, donde se podrá disfrutar del Mundial en pantalla gigante con espectáculo brasileño incluido. “Daremos los partidos de todas las selecciones iberoamericanas”, asegura.