Foto: A. Rubio.
Kastriot Robo / Embajador de Albania
Alberto Rubio. Madrid.
Hubo un tiempo en el que Albania sólo era conocida por un comunismo peculiarmente ortodoxo y las famosas “setas”, los búnkers construidos por todo el país para “defender” a sus habitantes de todos los enemigos que sólo vivían en la mente del dictador, Enver Hoxha. “Pero eso es historia”, puntualiza el embajador Kastriot Robo: “Han pasado más de 25 años desde que transformamos nuestro país”.
Toda esa locura terminó ya…
Por supuesto. Todo eso salió de la enloquecida mente del dictador, Enver Hoxha. En términos económicos, costó al pueblo albanés cerca de cuatro mil millones de dólares norteamericanos, lo que significa que se perdieron muchas infraestructuras porque las inversiones se hicieron en áreas equivocadas.
Los búnkers que quedan son sólo una curiosa atracción para los turistas…
Algunos los han transformado en cafeterías o otras cosas, pero no son más que retazos de nuestra reciente historia.
¿Cuánto ha mejorado su economía desde entonces?
Se ha producido una gran transformación. A principios de los 90, Albania comenzó a desarrollar una economía de mercado, alejándose de la centralizada y aislada economía que caracterizó al país hasta entonces. Pasó de ser un país hermético a una democracia muy madura. Ahora intentamos establecer una buena vecindad para contribuir a la paz y la estabilidad en la región. Este papel constructivo ha sido muy apreciado, no sólo por nuestros vecinos, sino también por los principales organismos internacionales.
Nuestra integración en la UE pasa por esta aproximación regional. Cinco años después de integrarnos en la OTAN, este papel es más constructivo porque estamos preparados para participar en operaciones de mantenimiento de la paz en todo el mundo. Todavía contribuimos con tropas en Afganistán.
¿La integración en la OTAN ha facilitado el camino para que Albania ingrese en la UE?
Cada institución tiene sus propios procesos para admitir nuevos socios. Desde abril de 2009, cuando Albania se convirtió en miembro de pleno derecho de la OTAN, el proceso para la integración en la UE ha continuado, pero es más complicado. Lo que es realmente importante es que el 92% de los albaneses apoyan la integración en la UE.
¿Se puede hablar de que hay avances concretos?
Recientemente Bruselas decidió que el gobierno albanés podía gestionar los fondos europeos en diferentes ámbitos. Albania ha madurado lo suficiente para gestionar todo esto por sí misma. El último informe de la Comisión, que proponía ofrecer a Albania el estatus de candidato, significa que los progresos son tangibles.
¿Albania cumple los criterios de Copenhague?
Tenemos cinco nuevas recomendaciones relacionadas con la Administración Pública, el sistema judicial, la lucha contra el crimen organizado, los derechos humanos y los derechos de propiedad. Otros gobiernos de la UE están muy interesados en nuestros progresos. Sabemos que los criterios de Copenhague deben ser cumplidos y nuestro gobierno está haciendo progresos en impuestos y aduanas para luchar contra la corrupción.
¿La imagen de Albania se ha visto perjudicada por el crimen organizado?
Los países occidentales no tienen una imagen real de Albania. Pero, de todas formas, no es tan mala como hace veinte años. Entonces teníamos medio millón de emigrantes en Italia, medio millón en Grecia, y se les identificaba como gangsters, pero ahora es muy diferente porque están muy bien integrados en esas sociedades.
Una vez un político europeo me dijo: “tendrán una imagen ,ejor cuando prosperen como país”. El hecho es que los albaneses son europeos y su nivel cultural es un factor positivo que acelerará nuestra integración en Europa.
«Nuestra posición geográfica es muy buena para canalizar capitales a toda la región»
Hablemos de las relaciones con España. Desde los tiempos de la Corona de Aragón, han estado en mínimos…
Tuvimos una muy buena relación en el siglo XV con Aragón, en la época de nuestro héroe nacional, Skenderbeg. En los años 30 tuvimos un cónsul honorario en Salamanca. Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial ambos países tomaron caminos completamente diferentes y llegamos a considerarnos enemigos. Afortunadamente restablecimos las relaciones en 1986. La cultura española y la lengua son muy populares en Albania, y “Don Quijote” se estudia con interés. La Universidad de Tirana tiene un departamento de estudios de Español. Ismail Kadare se traduce a su lengua. Y Palma, Barcelona o las islas Canarias son destinos preferidos por los turistas albaneses.
Eso está muy bien, ¿pero que hay del turismo en Albania?
Es uno de nuestros principales objetivos. Nuestra ministra de Turismo tuvo un encuentro con las autoridades españolas el pasado enero. Necesitamos atraer inversiones españolas a Albania, no sólo turoperadores. Hace dos años teníamos vuelos directos a Barcelona y queremos volver a ponerlos en marcha.
¿Hay otras áreas en las que se puedan hacer negocios?
Todo está abierto: ferrocarriles, carreteras, telecomunicaciones, energía, turismo, agricultura, bancos, finanzas. Para Albania es muy importante no ser considerada sólo como un mercado nacional, sino como un mercado regional. Nuestra posición geográfica es muy buena para canalizar capitales a toda la región. Los inversores españoles pueden encontrar grandes ventajas en este aspecto. Algunos ya tienen una importante presencia en la industria de la moda. Recientemente, Cortefiel, Massimo Dutti y Zara abrieron sus tiendas en Tirana, donde no sólo venden sino que también producen.