El conocido incidente entre Juan Carlos I y Chávez./ Foto: Youtube
The Diplomat. Madrid
Venezuela y España se han enzarzado en un nuevo encontronazo bilateral, que se une a otros registrados a lo largo del presente siglo, como el que se recuerda por el ya histórico «¿Por qué no te callas?» del Rey Juan Carlos a Hugo Chávez en 2007. Tras la llegada de Nicolás Maduro a la Presidencia, las tensiones no han hecho más que crecer hasta el punto de que se puede asegurar, sin temor a equívocos, que Venezuela es el país de América Latina con el que España mantiene una relación política más fría.
El capítulo más reciente de la última crisis ha sido la llamada a consultas por el Ejecutivo venezolano a su embajador en Madrid, Mario Isea, en protesta por unas declaraciones de Mariano Rajoy difundidas el pasado día 22, tras recibir el presidente del Gobierno a Lilian Tintori, la esposa del opositor Leopoldo López, encarcelado desde febrero. Maduro considera esas declaraciones “injerencistas” porque en ellas Rajoy expresó su preocupación por las condiciones en las que se pueda desarrollar el juicio a López y por la necesidad de respetar la libertad de expresión y el derecho de manifestarse pacíficamente en Venezuela.
El paso dado por Caracas es el primero en el proceso de revisión de las relaciones con España anunciado por Maduro, quien tiene a Rajoy como uno de los principales objetivos de sus ataques. Los analistas consideran que esa actitud forma parte de una estrategia que parece claramente destinada a buscar enemigos externos que hagan olvidar los graves problemas por los que atraviesa el país, entre otras razones por la caída de los precios del petróleo.
El presidente venezolano no ahorró acusaciones a Rajoy, no sólo de connivencia “con la extrema derecha” en Venezuela, sino en relación con la política española, aconsejando al jefe del Ejecutivo que se preocupe mejor por las «casi 570.000 ejecuciones hipotecarias y desahucios, que ha causado el suicidio de ciudadanos desesperados» y por el 23,67 por ciento de desempleo que hay en España.
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España opta por no responder a Maduro, tras la llamada a consultas del embajador en Madrid
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Hasta ahora la actitud del Gobierno español ante las palabras y las decisiones de Nicolás Maduro ha sido la de no entrar en una dinámica de réplicas, esperando a que las aguas vuelvan a su cauce, como sucedió ya cuando en abril de 2003, Venezuela llamó también a consultas a su embajador en Madrid cuando entendió que el ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel García-Margallo, reclamaba el recuento oficial de los votos de las elecciones presidenciales que dieron la victoria a Maduro frente a Henrique Capriles. El presidente venezolano le dijo entonces al ministro: «Canciller, saque sus narices de Venezuela».
Un par de meses después, García-Margallo recibió en Madrid a su colega venezolano, Elias Jaua, y las cosas parecieron normalizarse, aunque en verano se produjo un nuevo incidente cuando una escala en Canarias del avión del presidente de Bolivia, Evo Morales, fue considerada por Venezuela con una retención ordenada por las autoridades españolas para revisar la nave ante la sospecha de que a bordo viajaba el antiguo analista de la CIA Edward Snowden.
Este cúmulo de incidentes hace que las relaciones políticas entre Madrid y Caracas estén en un nivel muy bajo desde el punto de vista político, incluso por debajo de las que hoy mantiene el Gobierno del PP con Cuba, a donde García-Margallo va a viajar el próximo 24 de septiembre.
En cuanto a las relaciones económicas, aún siendo importantes, por las inversiones que España tenía ya en Venezuela, se hayan resentido también. La falta de seguridad, tanto física como jurídica, en el país iberoamericano no es precisamente un elemento que anime a las empresas a realizar nuevas inversiones.