El embajador ruso deposita un ramo de flores en la tumba del Barón de Budberg./ Foto: A.R.
Alberto Rubio. Madrid
La figura del Barón Theodore de Budberg, el último embajador en España de la Rusia zarista, volvió a ser recordada esta semana en el Cementerio Británico de Madrid. 99 años después, su lápida ha sido restaurada, gracias a las gestiones de la Iglesia Ortodoxa y a la Embajada rusa en España.
Mientras el impresionante cortejo fúnebre que acompañaba los restos del Baron de Budberg avanzaba por el Paseo de Recoletos, procedente de la sede de la Embajada rusa en Castellana 34, aquel 10 de marzo de 1916 diluviaba en Madrid. Nada que ver con el espléndido sol que acompañó el martes, 99 años después, a un comitiva mucho más reducida, encabezada por el embajador de Rusia en España, Yuri P. Korchagin, y el reverendo ortodoxo Andrey Kordochkin, párroco de Santa María Magdalena.
El embajador Korchagin rememoró que Budberg sirvió como diplomático «en una España que ofició como enlace de Rusia con el Imperio Austrohúngaro y Alemania en unos tiempos turbulentos y dolorosos». El padre Kordochkin añadió que el propio Budberg «padeció su drama personal, ya que debido a la guerra tuvo que romper su relación con los embajadores austrohúngaro y alemán, que eran sus amigos íntimos».
Faltaba algo más de un año para que se produjera la Revolución de Octubre y terminase la era zarista. Aunque fue nombrado otro embajador, Budberg fue realmente el último que representó al Zar Alejandro en España. Murió el 7 de marzo de 1916, debido a una pulmonía que terminó con su vida en cinco días.
Descendiente de los Budberg de Boeninghausen (Westfalia), el diplomático, nacido en 1851, había sido consejero imperial y embajador en Estocolmo, como señala el profesor Alfonso de Ceballos-Escalera en un documentado artículo.
Los honores que recibió Budberg en su sepelio (ver la portada del diario ABC de aquel día) fueron, como disponía un Real Decreto que publicó la Gaceta de Madrid el 9 de marzo, los de un Capitán General que fallece con mando en plaza. Su duelo fue presidido por S.A.R. el Infante Don Carlos, en representación del Rey Alfonso XIII, y a él asistieron todas las autoridades civiles y militares españolas además del Cuerpo Diplomático en pleno.