<h6><strong>Eduardo González</strong></h6> <h4><strong>Varios libros dedicados por Mario Vargas Llosa o Carlos Fuentes y una primera edición de la obra <em>Yo el Supremo</em> fueron depositados este pasado martes en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes como parte del legado ‘in memoriam’ de Augusto Roa Bastos, considerado el autor paraguayo más importante del siglo XX y que recibió el Premio Cervantes en 1989.</strong></h4> En la entrega del legado, celebrada en la sede de la institución en Madrid, participaron <strong>Luis García Montero</strong>, director del Instituto; <strong>Mirta Roa</strong>, directora de la Fundación Roa Bastos e hija del escritor, y <strong>Justo Pastor Apodaca Paredes</strong>, embajador de la República del Paraguay, entre otros invitados. Se trata del primer escritor paraguayo que ingresa en la Caja de las Letras. García Montero destacó el reconocimiento a un escritor que “fue un ejemplo en favor de la libertad y los derechos humanos” tanto en su país como en el exilio, como así quedó reflejado en toda su obra, concebida como “una reflexión sobre el poder”. “Recuerdo las palabras de Roa Bastos al hablar de <em>Yo el Supremo</em>: ‘Ya habrá advertido el lector que, al revés de los textos usuales, este libro ha sido leído primero y escrito después’. Solo la lectura del pasado puede ayudarnos a escribir el futuro”, prosiguió García Montero. Asimismo, el director del Cervantes destacó la importancia de la lengua guaraní en la obra del autor paraguayo. “El español se ha hecho y se enriquece en diálogo con otras lenguas y, en América, con lenguas originales como el guaraní. Por eso, este acto es también un reconocimiento a un país bilingüe donde las lenguas se relacionan”, afirmó García Montero, quien recordó que el Cervantes está preparando un trabajo de traducción a 28 lenguas indígenas del poema <em>Grito hacia Roma</em> de Federico García Lorca, de cara a la próxima Feria del Libro de Guadalajara (México). Por su parte, el embajador de Paraguay en España celebró este depósito en el número 903 de la Caja de las Letras, que permite que la obra de Roa Bastos “regrese a unas tierras que le han recibido tan generosamente”. “En tiempos difíciles para este escritor, España le concedió la nacionalidad y el pasaporte para poder seguir desplazándose por el mundo”, recordó Justo Pastor Apodaca. El legado ha incluido tres libros dedicados a Roa Bastos por sus autores, entre ellos <em>Los jefes</em>, del Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa; <em>Las buenas conciencias</em>, del escritor mexicano Carlos Fuentes, y <em>Los exiliados</em>, del también novelista paraguayo Gabriel Casaccia, en los que se muestra el «cariño, afecto y admiración» que sentían por el creador de <em>Hijo de hombre. </em> Según la hija del escritor paraguayo, los tres libros citados pertenecían a la biblioteca personal de Roa Bastos y fueron recuperados 40 años después de haber “vagado por distintas ciudades”, cuando ya se daban por extraviados. Además, el legado incluye una primera edición de <em>Yo el Supremo </em>(inspirada en la vida del que fuera dictador de Paraguay entre 1814 y 1840, José Gaspar Rodríguez de Francia, y que este 2024 cumple 50 años de publicación), una chaqueta y unas lentes, así como una carta manuscrita dirigida a su padre Lucio Roa y otra a su hija, Mirta. También se ha entregado un poema, una partitura de la canción <em>Siempre </em>(una guaranía con letra del propio novelista) y una fotografía. Roa Bastos (Asunción, Paraguay,1917-2005), narrador y poeta, participó en la guerra del Chaco entre su país y Bolivia, experiencia que aprovecha para su novela <em>Hijo de hombre</em> (1960), que abarca cien años de historia paraguaya. Ejerció como periodista, conferenciante y profesor y es autor también de obras como <em>El pollito de fuego</em> (1974), <em>Lucha hasta el alba</em> (1979), <em>La vigilia del almirante</em> (1992), <em>El fiscal </em>(1993), <em>Contravida</em> (1995) y <em>Madame Sui</em> (1995).